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Honduras en honduras

28 de septiembre de 2009

El Gobierno decretó el estado de sitio, suspendió cinco libertades constitucionales, mantuvo cercada a la embajada de Brasil en Tegucigalpa y amenazó a Lula con tomar acciones adicionales si no aclara estatus de Zelaya.

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�Quo vadis Honduras?Imagen: AP

En los días siguientes al derrocamiento del presidente de Honduras, Manuel “Mel” Zelaya, perpetrado por el Ejército el 28 de junio de 2009, el apoyo al golpe de Estado por parte de las instituciones públicas más importantes y de amplios sectores de la sociedad civil lucía tan unánime que hasta en círculos académicos se llegó a describir la posición del nuevo Gobierno de facto como comprensible; no como una posición legítima, pero sí como una que admitía argumentos a favor y en contra.

Sin embargo, los sucesos más recientes acaecidos en el país centroamericano –desde la represión de las protestas a favor de “Mel” hasta los últimos incidentes diplomáticos– harán difícil seguir justificando la destitución de Zelaya sobre la base de sus tendencias antidemocráticas o su intención de romper el orden constitucional. Tras ser nombrado presidente interino, Roberto Micheletti ha venido practicando una política interior y exterior que, en lugar de atenuar la crisis de gobernabilidad en Honduras, complica aún más los escenarios para una reducción del conflicto.

Estado de sitio y suspensión de libertades


Konfrontation in Tegucigalpa
Ataque con gases.Imagen: Picture-alliance/dpa

Este sábado (26.9.2009) entró en vigor un decreto que declara el estado de sitio a escala nacional y suspende las garantías constitucionales alusivas a la libertad personal, la libertad de expresión, la libertad de asociación, la libre circulación y los derechos de los detenidos por 45 días. En otras palabras, los principales derechos ciudadanos estarán anulados hasta la segunda semana de noviembre, el mes en que deben celebrarse las elecciones presidenciales, tenidas por los analistas políticos como una oportunidad ideal para reestablecer el orden democrático en el país.

“La pregunta de rigor es cómo se percibe el Gobierno de Micheletti, ¿como un gobierno de transición que garantizará el desarrollo ordenado de las próximas elecciones o como una constelación dispuesta a mandar por mucho tiempo? Lo que vemos ocurrir en Honduras en estos momentos apunta a que está teniendo lugar un reacomodo político, una redisposición del poder; pero no se ve disposición para propiciar el retorno a una estructura democrática ordenada”, dice el Dr. Günther Maihold, Subdirector del Instituto Alemán para Política Internacional y de Seguridad (SWP) de Berlín.

Afrentas diplomáticas


Honduras / Zelaya

“Todo hace parecer que la situación de Honduras va a empeorar. Las confrontaciones políticas se vuelven cada vez más extremas, tanto a escala nacional, con el estado de sitio, como a escala internacional, con la actitud del Gobierno de Micheletti de cara a las delegaciones de la Organización de los Estados Americanos (OEA), algo que es visto como una provocación diplomática”, sostiene Peter Peetz, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos del German Institute of Global and Area Studies (GIGA) en Hamburgo, refiriéndose a los incidentes de este fin de semana.

Este domingo (27.9.2009), al mismo tiempo que una hija de Micheletti regresaba a Honduras, deportada de los Estados Unidos como señal de rechazo al Gobierno golpista liderado por su padre, una delegación de la OEA que acababa de aterrizar en el aeropuerto internacional de Tegucigalpa fue obligada a tomar un avión de regreso. Por si los gases lanzados recientemente por la policía hondureña en las inmediaciones de la embajada de Brasil no fueran afrenta suficiente –Zelaya, su familia y cien de sus seguidores se refugian en la misión brasileña desde el lunes pasado (21.9.2009)–, Roberto Micheletti ha amenazado al Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, con tomar medidas adicionales si éste no define el estatus de Manuel Zelaya en los próximos diez días.

Micheletti versus Zelaya


Considerando las polémicas que han rodeado a Micheletti desde su nombramiento como sustituto de Zelaya, hay quien ve en la designación de un nuevo presidente interino una manera de reducir las tensiones imperantes. “Si se reestablecen completamente los derechos fundamentales, si Micheletti renuncia a su cargo y la presidencia de Honduras recae no sobre los hombros de Zelaya sino sobre los de un tercero aceptado por las partes en discordia, las elecciones podrían tener lugar en noviembre y sus resultados podrían ser reconocidos por la comunidad internacional. La pregunta es si ambas partes están dispuestas a llegar a un acuerdo; eso luce imposible en este instante”, explica Peetz.

Maihold disiente: “Micheletti es la expresión de un consenso entre las élites hondureñas que no están dispuestas a posibilitar el regreso de Zelaya al poder. Micheletti podría ser sustituido como persona, pero esta constelación se mantendrá intacta. Además, Zelaya no parece querer desistir de su intención de regresar a la posición de mando. Al contrario, tanto él como Micheletti conservan su actitud de ‘todo o nada' ”, afirma el subdirector del SWP.

“Todo o nada”


Honduras Präsident Roberto Micheletti
El grito de Roberto Micheletti.Imagen: AP

“Generalmente, en situaciones donde dos contrincantes apuestan el todo por el todo, sólo se puede llegar a una solución a través de una verdadera mediación y de medidas que incrementen la confianza mutua. Hasta ahora ha habido una oferta mal coordinada de mediaciones internacionales que fueron desde la intervención de Costa Rica hasta la del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que le queda grande a esta coyuntura, pasando por la de la OEA, que se eliminó a sí misma como mediador en esta crisis”, agrega Maihold.

“Creo que es imprescindible que se deje de amenazar a Honduras con sanciones y aislamiento, y se ofrezcan soluciones aplicables. Es necesario que de la comunidad internacional surja un ‘grupo de amigos de Honduras' que incluya a países que colaboren sistemáticamente. Desde luego, hay que reflexionar sobre cuáles son los países más apropiados para ello, asegurándose de que los mediadores no se conviertan en grupos de presión, como lo han sido la OEA y la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), sino en agentes que estimulen el diálogo”, afirma Maihold.

Autor: Evan Romero-Castillo
Editor: Claudia Herrera Pahl