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Irak: ¿nace una nueva democracia?

José Ospina Valencia25 de octubre de 2005

Irak es ahora una democracia... sobre el papel. Sólo un consenso más allá de las diferencias étnicas y religiosas hará de Irak lo que no ha logrado ser: una democracia, tan imperfecta como muchas, pero una democracia.

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El ministro de Exteriores iraquí Hoshyar Zebari y Sawers, (representante de la Comisión Europea) dan a conocer la aprobación del texto de la Constitución.Imagen: dpa


En el mundo de las democracias hay de todo. Algunas funcionan sin ni siquiera tener una constitución escrita, como la británica. Así mismo hay países regidos por abominables déspotas amparados en leyes fundamentales de fachada en donde a las mujeres se les prohíbe hasta conducir auto. No pocas de éstas están en el Cercano Oriente.

Irak se ubicará en medio de los anteriores tipos. Y aunque suene muy parco, una constitución iraquí respaldada o más o menos respetada por la mayoría, puede considerarse un verdadero éxito tras décadas de arbitrariedad, persecución, terror y ocupación.

Gran déficit democrático en países árabes

Sea como sea, desde el 24 de octubre de 2005 Irak es una democracia. No asegurada y menos anclada como idea en la población, pero una democracia que tiene, por lo menos, la legítima oportunidad de ayudar a sacar a su pueblo adelante. Algo que no han hecho otros Gobiernos árabes con mejores posibilidades y más recursos.

Pero al texto de la constitución iraquí tiene que inyectársele aún un espíritu nacional que reúna a todos los iraquíes en torno a lo loable que significa el renacimiento del Irak. Desde luego que esto sólo será posible si entre Basora e Irbil se comprende que la democracia es más que el mandato de las mayorías. Los chiítas y kurdos, que componen el 80% de la población, deben asumir la gran responsabilidad de convencer a la minoría sunita de que no van a gobernar por encima de ellos.

Un nuevo sistema de partidos tendrá que garantizar que el poder se adquiere a través de las urnas y por el tiempo que establece la ley. Es más, la regla básica de que la política se hace en beneficio de todos y no de la clientela propia tiene aún que aplicarse en Irak, como en muchos otros lares.

Pero los problemas por surgir no radican sólo en la aún precaria voluntad o convicción democrática de los líderes políticos. El texto mismo de la Carta Magna iraquí amenaza los derechos civiles de las mujeres porque deja las disputas de pareja y herencia al albedrío de una corte religiosa totalmente masculina. Y como si fuera poco, la creciente influencia de su vecino Irán se percibe en la "islamización" del país, que dicho sea, está tomando en Irak tanta fuerza como la democracia.

Un Irak ejemplar: ¿por qué no?


A pesar de todo y aunque suene a ciencia ficción, si la democracia en Irak tiene éxito, cualquiera que sea, Bagdad podría convertirse en esa fuente de democracia que tanto hace falta en el Cercano y Medio Oriente.