Entró en vigor prohibición de bombas racimo

107 países firmaron el 3 de diciembre del año 2008 las conclusiones de la Convención de Dublín: la prohibición de “todo uso, almacenamiento, producción y transporte” de las bombas racimo. Más de treinta de ellos han ratificado esta decisión, entre los cuales ha destacado la presencia de Alemania, aunque no tanto como la ausencia de otras grandes naciones, como EEUU, China, Rusia, Israel, Pakistán, India o Brasil. Se trata de los mayores productores de este tipo de armas.

Con 50 años de experiencia a sus espaldas, las bombas racimo han demostrado ser letales como las que más. Y si hoy parece que ya tienen los días contados, desde luego no se debe a que hayan perdido su eficacia. Más bien al contrario: son tan potentes que la mayoría de las veces son los civiles los que acaban siendo el blanco principal de sus ataques.

A pesar de ello, está claro que las armadas las echarán en falta debido a su importancia estratégica en operaciones militares. “La milicia siempre defenderá que todas las armas que matan a la gente tienen su lugar”, explica Ian Mansfield, un veterano que sirvió en la armada australiana durante 20 años. Mansfield trabaja hoy día en el Centro Internacional de Limpieza Humanitaria de Minas en Ginebra, Suiza.

“Supongo que el motivo por el que las bombas racimo se desarrollaron es porque son un arma de área amplia”, explica Mansfield. “Una bomba racimo puede contener hasta 700 bombas pequeñas, y éstas podrían cubrir una superficie equiparable a dos o tres campos de fútbol. De modo que cubren un área amplia, pero desde el punto de vista negativo, las hace no discriminatorias.”

Cómo funcionan

Las bombas racimo son lanzadas en grandes contenedores desde aviones, o disparadas desde tierra. Estos contenedores dejan caer las bombas racimo y demás explosivos sobre una determinada área en la que las distinciones entre enemigos y civiles es imposible. Todo se convierte en un mismo objetivo.

Muchos jefes militares optan por apartar la vista de un hecho obvio: las bombas racimo son un peligro letal para la población. Por ello, según Mansfield, hacía falta llevar a cabo acciones definitivas para acabar con su uso y producción, al igual que ocurrió con la prohibición de las minas antipersona en 1997: “Fue una decisión política basada en razones humanitarias. Hubo un debate muy fuerte y efectivo en el que se decidió que estas bombas podían tener un valor militar, pero a la larga, su impacto humanitario era inaceptable. Y creo que la misma lógica se podría aplicar a este caso.”

No obstante, la última palabra la tienen los gobiernos, que deciden sobre el empleo de todo tipo de armas. En los países democráticos, las autoridades militares están controladas por autoridades civiles. Los gobiernos de estos países tienden a seguir fiel y seriamente los preceptos de la ley internacional y humanitaria.

En el caso de los países donde las autoridades militares tienen la última palabra, la ilegalización de un cierto tipo de armas también debería suponer un impedimento definitivo para su uso y producción, según confirma el experto en bombas racimo Lou Maresca, del Comité Internacional de la Cruz Roja: “Generalmente, los comandantes militares son profesionales se toman su trabajo muy en serio y hacen siempre todo lo posible por actuar de acuerdo con las normas establecidas. Por supuesto, los comandantes militares no quieren ponerse en situaciones donde podría se podría interpretar que están violando las reglas.”

Origen y actualidad

Las bombas racimo fueron desarrolladas para su uso en guerras convencionales: dos bandos que contaban con infantería y tanques, enfrentados el uno al otro. Pero como se puede observar en la guerra de Afganistán, los conflictos de hoy son diferentes: descentralizados, móviles y cada vez más cercanos a la población civil. El uso de bombas racimo ya no tiene sentido en estas circunstancias.

Además, lo que antes se consideraban armas exclusivamente utilizadas por las grandes armadas debido a la preparación y formación que su uso requería, son ahora, quizás en versiones más simples pero igualmente peligrosas, explosivos al alcance de grupos militarizados más pequeños. “Esta es una de las razones por las que la convención por la destrucción de las bombas racimo ha recibido tanto apoyo: tiene un carácter mayoritariamente preventivo”, afirma Lou Maresca. “Si se puede destruir gran parte de las reservas de bombas racimo que existen ahora mismo en los depósitos militares nacionales, se da un paso hacia la prevención para su posible transporte.”

A pesar de todo, está claro que las bombas racimo no desaparecerán por completo sin una larga lucha. Y aún en el caso de que se lograra ese objetivo, siempre quedan sus sucesoras: una nueva generación de proyectiles láser de alta tecnología ya está a la venta en el mercado, esperando su turno para entrar en acción.

Autora: Claudia Witte

Editor: Enrique López