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El otoño europeo

10 de octubre de 2002

La Unión Europea se prepara para la mayor ampliación de su historia. De 13 países aspirantes, el presidente de la Comisión, Romano Prodi, recomendó el ingreso de 10. Fuera quedaron Bulgaria, Rumania y Turquía.

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Un joven irlandés, muestra su oposición al Tratado de Niza.Imagen: AP

Ha comenzado la fase final de la mayor ampliación de la Unión Europea. Después de cuatro años de negociaciones, diez de un total de trece países candidatos cumplen con los requisitos para su admisión. Nunca en la historia de la UE habían sido aceptados tantos aspirantes a la vez. A partir del 2004, los diez países de nuevo ingreso serán los tres países bálticos, Lituania, Letonia y Estonia, la República Checa, Polonia, Eslovaquia, Hungría y Eslovenia, así como las islas de Malta y Chipre. La Europa ampliada, de unos 480 millones de habitantes dentro de un mercado único, será una comunidad de países que comparten los mismos principios democráticos. Su territorio aumentará en un 23%, una extensión de más de cuatro millones de kilómetros cuadrados, cuyas fronteras colindarán con Rusia, Bielorusia y Ucrania.

Desde sus inicios, en 1950, el proceso de integración europea ha estado marcado por momentos históricos. Fue Francia, después de la Segunda Guerra Mundial, quien propuso crear el primer cimiento para una federación europea. Al bloque de seis países integrantes de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero –Alemania, Francia, Bélgica, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos- se sumaron en 1973, Dinamarca, Irlanda y el Reino Unido, en 1981 Grecia, en 1986, España y Portugal y en 1995, Austria, Finlandia y Suecia.

De incluir en la ampliación a Rumania y a Bulgaria en el 2007, como prevé la Comisión Europea, y en algún momento posterior a Turquía, la Unión Europea, actualmente de 15 países miembros, se duplicaría numéricamente.

Se evalúa la madurez alcanzada

Es una aventura y eso lo saben todos. Pero el enfrentar los desafíos económicos no es lo que más provoca reservas en la Comisión de Bruselas, son los riesgos políticos y sus consecuencias lo que provoca mayor inseguridad. El que un país cumpla con los requisitos de admisión, es en sí un acto burocrático.

Los diez países provenientes del este y sur de Europa iniciaron desde hace años un proceso de reformas para adecuarse a los estándares de la UE. Y no todos han alcanzado óptimamente los objetivos impuestos, que comprenden cuestiones tan básicas como la calidad del agua potable o la higiene en los mataderos, hasta cuestiones más complejas, como la eficiencia de la administración pública, el nivel de la corrupción y el sistema de justicia.

Europa ¿hacia adonde?

Nada de estas cuestiones permite hacer un esbozo sobre lo que significa el ingreso de los nuevos países, sobre lo que implica la nueva dimensión de la Unión, sobre cómo transformará el ‘espíritu europeo’ el ingreso de los nuevos ciudadanos del Este. La trascendencia de la integración del continente, que inicia este otoño una fase decisiva, es algo sobre lo que los ciudadanos europeos, ni occidentales, ni los de nuevo ingreso, tienen plena conciencia.

¿Hasta que punto estarán dispuestos los países de nuevo ingreso a renunciar a su soberanía, cuando apenas hace diez años conquistaron su independencia? ¿Como reaccionarán los habitantes de los quince países de la Unión cuando comprendan que la ampliación ya no es un mero deseo sino una realidad?

La población temerosa

Según las encuestas, los europeos miran el proyecto que les propone Bruselas con una mezcla de miedo y escepticismo. El comisario para la ampliación, el alemán Günter Verheugen, propuso hace dos años hacer un referéndum entre la población sobre la ampliación, lo que provocó pánico en los gobiernos del este y oeste del continente.

Podría suceder lo que pasó en Irlanda hace un año cuando se sometió a pleibiscito popular el Tratado de Niza. El Tratado acordado en el 2001, instauró el nuevo y complejo sistema de reparto de poder en la UE cuando ingresen los países del centro y este de Europa. Los irlandeses respondieron con una negativa rotunda.

Dentro de diez días se repetirá el referéndum, lo que hace temblar a Bruselas. Una nueva negativa de Irlanda no sólo haría peligrar el calendario de la ampliación, sino que pondría en manifiesto el poco respaldo que tiene el ‘ideal europeo’ entre la población.

Durante los próximos meses, mucho dependerá de cómo promueva la Unión Europea el proyecto de integración. La ampliación tendrá que ser ratificada por los Parlamentos nacionales en el transcurso de los próximos años. En cuanto a la arquitectura de Europa, desde hace medio año, la Convención Europea, presidida por Jacques Delors, trabaja en la definición del futuro de la UE y redactará una constitución para Europa. Su labor concluye en el 2003.

La Europa ampliada fortalecerá la influencia y poder político del viejo continente, pero no está libre de riesgos, los países de nuevo ingreso tendrán que adaptar su economía a un mercado de libre competencia muy exigente. Los desafíos que enfrentará la Unión Europea no son poca cosa. Tendrá que reformar sus instituciones y enfrentar las turbulencias sociales que pueda provocar su ampliación.