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Carrera de obstáculos

Emilia Rojas25 de julio de 2003

La discusión sobre las reformas al sistema social siguen viento en popa en Alemania, donde el acuerdo alcanzado entre el gobierno y la oposición en el área de la salud representa sólo un punto de partida.

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La polémica por las reformas continúa en Alemania.Imagen: AP

Mal de muchos, consuelo de tontos... pero consuelo al fin. Alemania no es el único país europeo que enfrenta el desafío de reestructurar sus sistemas de seguridad social, para mantener su viabilidad. Francia es en este aspecto un fiel compañero de penurias, con problemas similares en muchos aspectos. Tantas parecen ser las coincidencias, que el primer ministro Jean-Pierre Raffarin ha bautizado su proyecto reformista con el mismo nombre que el de su equivalente alemán: "Agenda 2010".

Tranquilidad callejera

La reforma al sistema de pensiones, aprobada por el parlamento de París tras meses de polémicas, huelgas y protestas, puede servir como aliciente al gobierno berlinés para seguir adelante con sus planes. Pero, en rigor, la situación es a la inversa: los franceses son los que miran con envidia a los alemanes, a juzgar por algunos comentarios de la prensa gala, que denotan admiración por la capacidad de consenso germana.

Sin embargo, en el fondo, la mayor diferencia radica en que los alemanes no han salido a las calles en masa a manifestarse contra los cambios que pretende llevar a cabo el gobierno del canciller Gerhard Schröder, y el país no se ha visto paralizado por las huelgas. De hecho, la última paralización de actividades -en el sector metalúrgico- tenía un objetivo diferente: lograr la reducción de la jornada laboral en el Este de Alemania. Por lo demás, terminó en un estrepitoso fracaso. Pero ello no implica que todo sea miel sobre hojuelas para las autoridades de Berlín. Los sindicatos siguen anunciando resistencia y los críticos del acuerdo logrado para reformar el sistema de salud -a costa de exigir mayores sacrificios a los beneficiarios- consideran que no servirá para solucionar los problemas de fondo.

Seguro ciudadano

Así las cosas, el debate continúa en primera plana. Y tercian en él incluso figuras del calibre del ministro de Relaciones Exteriores germano, Joschka Fischer, que al fin y al cabo tienen otro terreno que arar. Fischer, figura emblemática de Los Verdes, volvió a lanzar ahora al ruedo una idea que su partido viene acariciando desde hace tiempo: instituir un "seguro ciudadano", que apunta a incluir a toda la población en un mismo modelo de seguridad social. De acuerdo con él, todos deberían pagar su cuota al sistema, independientemente de su fuente de ingresos. Es decir, también los empleados fiscales, los independientes y quienes viven de su capital o sus bienes raíces, tendrían que hacer su aporte a las arcas públicas, y no sólo los asalariados y sus patrones, como ocurre hasta la fecha.

Obviamente, tal modelo haría entrar más dinero a las cajas públicas de seguro, con al menos dos beneficios adicionales: los fondos no fluctuarían dependiendo del nivel del desempleo y los costos adicionales al trabajo por fin se reducirían, posibilitando más contrataciones. Los partidarios del "seguro ciudadano" hacen notar que un esquema similar se aplica con éxito en Suiza, donde incluso los sectores de más altos ingresos contribuyen solidariamente a mantener el sistema. Pero Alemania no es tan apacible como la república alpina y ya se anuncia una enconada oposición de parte de los empleados públicos y del partido liberal, cuyo jefe dijo que la iniciativa le recuerda el fallido modelo socialista de la RDA. Menos apacible aún es Francia, donde a la vuelta de vacaciones continuará la lucha política por las reformas, al igual que en Berlín. Ya veremos el próximo capítulo.