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Bolivia: la salida es negociar, no dimitir

Mirra Banchón7 de junio de 2005

La dimisión del presidente de Bolivia, Carlos Mesa, no aporta a la estabilización del país. DW-WORLD conversó al respecto con Mirko Herberg, analista de la Fundación Friedrich-Ebert.

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El presidente de Bolivia, Carlos Mesa, intentando llegar al Palacio Presidencial.Imagen: ap

Tras semanas de protestas masivas, que han paralizado el país, el presidente de Bolivia, Carlos Mesa, ha vuelto a poner a disposición del Congreso su cargo. Esta renuncia no tiene carácter de irrevocable, pues Mesa propone mantenerse en funciones hasta que sea elegido un nuevo presidente. El legislativo tendrá aún que decidir si acepta su dimisión. Por su parte, la Iglesia Católica intenta organizar un diálogo entre las partes del conflicto.

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Imagen: ap

Las fuertes protestas, que se originan en el proyecto del gobierno de privatizar los empresas gasíferas del país, ya habían llevado a Mesa a presentar su renuncia en marzo de este año. Paradójicamente, el motivo por el que dimite fue el mismo que lo puso al mando del gobierno boliviano: en octubre de 2003 el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada dimitió después de multitudinarias protestas contra la privatización de la industria de gas. DW-WORLD conversó al respecto con Mirko Herberg, analista de la Fundación Friedrich-Ebert que en breve tomará a su cargo la oficina regional de Bolivia.

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El presidente de Bolivia, Carlos Mesa, intentando llegar al Palacio Presidencial.Imagen: ap

Herberg ve en la privatización de la industria boliviana sólo una parte del problema del país. La fuente del conflicto tiene más bien un carácter histórico y se enraíza en la exclusión de la población del acontecer político. Que las protestas multitudinarias logren hacer dimitir a un presidente sí es un logro de la democracia pues es una muestra de que la población participa del proceso político. Sin embargo, no pueden convertirse en un fin en sí mismo.

La propuesta de Evo Morales

La movilización de esta población pauperizada y sin alternativas reales es instrumentalizada en el camino al poder de los diversos grupos políticos. En este caso, el líder de la oposición Evo Morales. Su exigencia de que a la vez que dimita el presidente lo haga el Congreso y se convoque a nuevas elecciones sólo extremaría la situación de inestabilidad del país, y no aportaría necesariamente a sus propósitos presidenciales, opina Herberg, añadiendo que no cree que la dimisión de Mesa contribuye mucho a mejorar la situación.

¿Alternativa al diálogo?

El diálogo y la negociación representan la única opción que sana. Pues la propuesta secesionista o una escalada hasta llegar al conflicto armado no se presentan como alternativas que ofrezcan una solución a largo plazo.

A pesar de que Carlos Mesa no ha logrado estabilizar el país, su postura más abierta al diálogo sí es una ventaja. Un período de reflexión de todos las partes del conflicto dejaría espacio para que los asuntos se decanten y que los políticos de la oposición ganen perfil y desarrollen propuestas, ojalá, mejor fundamentadas.