La provincia de Misiones, en el noreste de Argentina, limita con Paraguay y Brasil. Es famosa por las cataratas del Iguazú, patrimonio de la Humanidad. Es una región fértil, de bosques y diversos cultivos. Pero que, como todo el país, sufre del fenómeno del éxodo rural de la juventud. En Argentina, un país profundamente agrícola, sólo el 8% de la población vive en el campo. Además, en Misiones se produce tabaco. Un cultivo que requiere un uso intensivo de agroquímicos, como el glifosato, cuyo uso ha causado enfermedades respiratorias, cáncer e incluso la muerte de agricultores. También Samuel Doichele perdió a su padre, quien se suicidó por los efectos nocivos sobre su salud de los llamados "agrotóxicos”. Así fue que Samuel, un bisnieto de un migrante alemán, decidió cambiar no sólo la forma de producción en el campo, sino convencer a otros jóvenes para quedarse en las "chacras” o fincas, cultivar la tierra y encontrar otras opciones para mejorar la vida en el campo. Junto con otros pioneros y pioneras, convocaron a más jóvenes y les preguntaron qué necesitaban para quedarse en el campo. Los chicos les dijeron: trabajo seguro, wi-fi y un lugar recreativo. Tras una reunión con numerosos jóvenes y chacareros, idearon una cooperativa agroecológica y un camping recreativo. Algunos jóvenes regresaron incluso de las ciudades a las cuales se habían ido a estudiar, para volver a "meter sus manos en la tierra”, lo que más les gusta en la vida, dicen. Numerosas chacras se adhirieron al proyecto. Con un grupo de técnicos agrónomos y otro grupo dedicado a la comercialización, se lanzaron a la aventura de quedarse en el campo y demostrar que es posible ser joven y vivir de la tierra, respetando la naturaleza y siendo artífices de su futuro, con esperanza.