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Vuelta a los orígenes

23 de agosto de 2002

Los verdes han recuperado la confianza en sí mismos. Y también su tema clásico: la defensa del medio ambiente. Con esa bandera en alto luchan por conquistar más del 8% de los votos y volver a formar gobierno.

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Los Verdes vuelven a tener motivos para sonreír.Imagen: AP

La preservación del equilibrio ecológico vuelve a ocupar un lugar destacado en la preocupación del electorado alemán, aunque los especialistas aún discuten si las lluvias torrenciales que causaron las mayores inundaciones del siglo en el país obedecen a fluctuaciones meteorológicas normales o son en realidad un adelanto de la tan anunciada catástrofe climática.

Ante este telón de fondo, Los Verdes se presentan como especialistas en la materia. Dispuestos a traducir esta ventaja en votos, la directiva del partido presentó un programa de ocho punto, en el que concreta su plataforma electoral. "Contrato para el futuro" es el título del documento, que propone en primer término un refuerzo de las políticas tendientes a proteger el clima.

Balance ecológico

El balance del partido ecologista en el gobierno no es, sin duda, tan positivo como hubieran deseado los defensores a ultranza del medio ambiente. Con el poder a cuestas, hubo que negociar y aceptar soluciones intermedias. Fue lo que ocurrió, por ejemplo, en el caso del acuerdo sellado con la industria atómica para abandonar paulatinamente la utilización de esa fuente energética, uno de los mayores logros de la coalición gubernamental. Aunque el plazo para la desactivación de los reactores bordea las dos décadas, se ha dado al menos un paso sustancial, que incluye también la prohibición de construir nuevas plantas nucleares.

No menos compleja ha resultado para los verdes la cartera de Agricultura, que desde el escándalo de las vacas locas quedó también explícitamente a cargo de la protección de los consumidores. La ministra del ramo se ha tenido que debatir desde entonces con una serie de casos de contaminación de alimentos con nitrófeno y hormonas, sin tener mayor respiro. La agricultura ecológica ha sido su caballo de batalla, aunque siempre con las bridas impuestas por el influyente lobby de los agricultores convencionales.

La prueba de fuego

Pero el campo que ha costado sangre, sudor y lágrimas a Los Verdes es el de la política exterior, dirigida nada menos que por su figura más emblemática: Joschka Fischer. Ya antes de hacerse cargo de la diplomacia alemana, comenzó bajo su influjo el proceso de revisión del pacifismo irrestricto del partido ecologista. Fue Fischer quien planteó la necesidad de una intervención militar en la antigua Yugoslavia, para detener el genocidio del pueblo bosnio. Luego, como ministro de Relaciones Exteriores, le correspondió avalar la decisión del canciller Schröder de apoyar los ataques contra Afganistán, tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York.

Fue un trago amargo para las bases, que ahora de seguro agradecen no verse confrontadas con un nuevo dilema de conciencia en lo tocante a Irak: Joschka Fischer, al igual que Schröder, ha manifestado su oposición a un ataque contra Bagdad. Así, los ecologistas pueden suscribir sin problemas la resolución de su directiva, según la cual "es deseable un cambio de régimen en Irak; pero eso, por sí sólo, no justifica una operación militar". En síntesis, tanto la cúpula como el electorado verde han de sentir alivio al poder volver a concentrar la campaña en su causa distintiva, la ecología, que vuelve a ser prometedora.