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Verde que te quiero verde

23 de septiembre de 2002

En el tablero político alemán comienzan a sentarse las bases para reeditar la coalición de socialdemócratas y ecologistas, tras una jornada electoral que puso a prueba la sangre fría de los candidatos y los electores.

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Schröder, en una conferencia de prensa ofrecida este lunes en Berlín.Imagen: AP

El alivio es la sensación que prevalece entre los socialdemócratas, tras haberse librado a duras penas de una derrota electoral. Su empate con la Unión Cristianodemócrata/Cristianosocial finalmente no fue virtual sino absolutamente literal: 38,5% versus 38,5%. Un resultado sin precedentes para los dos partidos mayoritarios alemanes, que anuncia tiempos difíciles para el próximo gobierno. Gerhard Schröder sólo logró mantenerse en el poder gracias a la excelente votación obtenida por Los Verdes, con quienes tendrá que volver a negociar las condiciones para formar coalición.

El sello ecologista

En este aspecto, el suspenso es prácticamente nulo: la alianza de ecologistas y socialdemócratas no está en duda. Pero los verdes, fortalecidos en las urnas, ciertamente están en mejor posición para enfrentar el tira y afloja propio de la formación de un nuevo gobierno.

Se especula ya si el partido obtendrá un ministerio más de los que ya ha venido ocupando: el de Relaciones Exteriores, el del Medio Ambiente y el de Agricultura y Protección del Consumidor. En concreto, se baraja la posibilidad de que se quede con la cartera de Justicia, a partir de ahora disponible, tras la renuncia de la ministra Herta Däubler-Gmelin. Sin embargo, más que un asunto numérico, se trata de imponer metas políticas para el siguiente período legislativo.

Los verdes, más seguros de sí mismos, se mantienen discretos, sin plantear por el momento exigencias a los cuatro vientos. Pero sus clásicas aspiraciones, como la de incrementar el impuesto ecológico a los combustibles o acabar con el servicio militar obligatorio, son de todos conocidas. Y el Partido Socialdemócrata tendrá sin duda más dificultades que antes para contener uno que otro proyecto ecologista que no sea del gusto de la industria.

Los augurios del perdedor

Sin embargo, ambos socios saben que tendrán que hacer grandes esfuerzos por evitar roces internos, que pongan en peligro su leve mayoría parlamentaria. Claro que de ahí a vaticinar que la coalición no aguantará otros cuatro años cohesionada -como augura el derrotado candidato conservador, Edmund Stoiber-, hay bastante trecho. Por lo demás, no es primera vez que se forman gobiernos con mayorías estrechas en Alemania. Ya en 1994, Helmut Kohl gobernó contando con sólo 4 escaños más de los imprescindibles.

No obstante, la actitud que adopte la oposición será crucial, en vista no sólo de la precaria ventaja numérica de la alianza gubernamental, sino también de los problemas que urge superar en Alemania. A la cabeza de ellos se sitúa la lucha contra el desempleo, que Schröder ha propuesto acometer con la ayuda de un programa bastante innovador, con elementos afines a la visión de conservadores y liberales.

Cabría esperar que finalizada la contienda electoral se imponga una visión más objetiva de la situación y se logren consensos más allá de las consideraciones tácticas partidistas. Pero eso es sólo una esperanza.