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Un triunfo para Bush

22 de julio de 2003

Dos hijos de Saddam Hussein, que fueron figuras clave de su régimen, resultaron muertos en un operativo de las tropas de ocupación en el norte de Irak, según confirmaron fuentes militares estadounidenses.

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Antigua foto de Saddam, junto a sus hijos Udai y Kusai.Imagen: AP

No se trata de Saddam Hussein en persona. Pero sí de las dos figuras que le seguían en la lista de los más buscados por Estados Unidos. La muerte de Udai y Kusai Hussein representa sin duda una buena nueva para Washington. La noticia, además, no podía haber llegado en mejor momento para el gobierno estadounidense, en vista de que comenzaba a cundir en la población el desánimo, ante la evidencia de que la resistencia iraquí sigue cobrando víctimas entre los soldados norteamericanos. Esto, aparte de que la discusión sobre las armas de exterminio masivo que nadie ha logrado encontrar en Irak sigue siendo candente, pese a que no alcanza ni con mucho el grado de explosividad política que adquirió en Londres.

Pilares de la dictadura

El presidente George Bush tiene ahora un triunfo militar importante que exhibir a la ciudadanía. Udai y Kusai Hussein murieron en un encarnizado combate que libraron las tropas estadounidenses en Mosul, en el norte de Irak. Así lo confirmó el teniente general Ricardo Sánchez, en una conferencia de prensa en Bagdad, explicando que se habían utilizado múltiples recursos para identificar los cuerpos.

Se trata de un golpe lapidario contra la facción de la resistencia leal al depuesto dictador. Sobre todo porque Udai y Kusai eran pilares importantes del aparato de poder de Saddam, asentado en una red de conexiones e intereses familiares. De hecho, Kusai, el menor, controlaba los servicios de inteligencia y era el sucesor designado de su padre. Udai, por su parte, comandaba las milicias de Fedayines y su inclinación a la violencia no resultaba un misterio para nadie en Bagdad.

Lealtad resquebrajada

El operativo militar que culminó con la muerte de ambos, tiene además otro matiz positivo para Washington: según las declaraciones del general Sánchez, los soldados dieron con la casa en que se hallaban los hijos de Saddam gracias a un dato que se les hizo llegar. Independientemente de que en este caso entre en juego o no la recompensa de 15 millones de dólares ofrecida por informaciones que condujeran a la captura de cada uno de ellos, el hecho demostraría que comienzan a flaquear las lealtades en el círculo que va quedando como resabio del depuesto régimen.

Por consiguiente, se estrecharía también el cerco en torno al propio Saddam, cuya captura resulta fundamental para la Casa Blanca, al punto de que está dispuesta a pagar 25 millones de dólares a quien ayude a encontrarlo. Su muerte o arresto sepultaría definitivamente la posibilidad de que intentara recuperar el poder. Pero, de momento, su paradero sigue siendo desconocido. El servicio de inteligencia alemán, BND, considera que el derrocado dictador sigue con vida. Según indicó su jefe, August Hanning, en entrevista con un periódico muniqués, los indicios apuntan en este sentido.