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Un sillón incómodo

1 de enero de 2003

Alemania ingresa en el Consejo de Seguridad de la ONU, en momentos en que la posibilidad de una intervención militar contra Irak mantiene al mundo sobre ascuas. En febrero Berlín asumirá la presidencia del organismo.

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El Consejo de Seguridad de la ONU, en plena votación.Imagen: AP

No es la primera vez que la República Federal de Alemania ocupa un sillón en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En tres oportunidades anteriores le había correspondido ya participar en el gremio clave del organismo mundial, como miembro no permanente. Pero nunca su ingreso había sido objeto de tanta atención como ahora. Las razones saltan a la vista: la posibilidad de un ataque contra Bagdad se perfila con nitidez en el horizonte internacional, y Berlín es el aliado de Washington que hasta ahora ha rechazado con mayor dureza los planes del presidente estadounidense, George Bush.

La hora de la definición

Más aún: al embajador germano le corresponderá en febrero presidir el Consejo, en un momento que a todas luces será decisivo para el desenlace de la crisis iraquí. Es decir, su gestión no tendrá nada de rutinaria. Sobre todo porque, en ese sitial, Alemania tendrá que tomar postura claramente, sin poder escudarse en el manto de la Unión Europea. Y está por verse cuán categórico sigue siendo el rechazo alemán a tomar parte en una guerra, si aumenta la presión de sus aliados.

Las recientes declaraciones del ministro de Relaciones Exteriores Joschka Fischer, que no quiso comprometerse a decir cómo votará su embajador si se discute una resolución para dar luz verde a la guerra, abrieron paso a las especulaciones. El canciller Gerhard Schröder intentó restarles explosividad, señalando que no sería lógico definirse sin conocer en qué circunstancias podría producirse una eventual votación. Pero muchos lo interpretan como un primer paso hacia atrás de su gobierno en esta delicada materia.

Mayores responsabilidades

El papel de Alemania, en todo caso, cobra relevancia. Atrás quedaron los tiempos en que asumía preferentemente una actitud de observador en el gremio mundial. Ya en la actualidad, los alemanes ocupan el tercer lugar en cuanto a los aportes financieros a la ONU, después de Estados Unidos y Japón. Este año contribuyen con 340 millones de euros al presupuesto regular de la organización, destinado a cubrir los gastos de misiones de paz, conferencias y cortes internacionales.

También en cuanto al envío de tropas a misiones de las Naciones Unidas Alemania ocupa ahora el segundo puesto. Todo ello hace que resulte natural asumir también mayores responsabilidades políticas. Y es lo que le corresponderá hacer al embajador de Berlín, Gunter Pleuger, en su sillón del Consejo de Seguridad, que de seguro no resultará precisamente cómodo en las actuales circunstancias.