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Un lápiz que cumple cien años

Matilde Heredia29 de octubre de 2005

El lápiz Faber- Castell cumple su primer centenario. Cambiaron los tiempos y la forma de producción y aunque el mundo esta regido por computadoras, el lápiz no ha perdido vigencia.

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Faber-Castell:el lápiz más pequeño del mundoImagen: AP


El lápiz fue descubierto durante el siglo XVI en Inglaterra. Caspar Faber se dedicó en 1761 a la producción, en la ciudad de Stein, Alemania. En 1790, Josef Hardtmuth, proveniente de Viena, mezcló polvo de grafito con arcilla y agua y lo quemó en un horno mejorando con ese proceso la calidad de los lápices. De acuerdo con la cantidad de arcilla se podía definir la dureza del lápiz. Es ahí donde nació el lápiz que hoy conocemos.

Faber-Castell: un matrimonio que escribió historia

En 1905 la única heredera de la fábrica de lápices Faber, Otillia de Faber, se casó con el conde Castell. Aunque los planes del noble eran hacer una carrera militar, tomó el mando de la fábrica de lápices heredada por su mujer, dedicándose de lleno a la fabricación de lápices. Con un toque militar y un buen concepto de marketing salieron entonces a la venta los lápices Faber-Castell 9000.

El creador de estos lápices decidió que fueran verdes como los uniformes de su ejército y sexagonales para que no se cayeran del pupitre. Hoy, cien años después, mantienen su forma, no se ven avejentados y siguen siendo codiciados por escolares, escritores, pintores y amantes del arte.

En aquel entonces la región alrededor de Núremberg era el centro de producción de Faber-Castell, hoy lo es Brasil. Cien años después estos lápices no perdieron ni calidad ni vigencia.

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Lápices que no solo escribenImagen: dpa

Todo lo que un lápiz esconde

El Nobel Günter Grass es un reconocido amante de estos lápices. En su última obra "Un campo abierto" hizo admirar a un personaje los lápices, diciendo: "ni muy duro ni muy blando, usted no tiene idea Hofthaller, de todo lo que un lápiz esconde…". Un lápiz muestra y esconde todo lo que escritores o artistas quieren o no mostrar.

Goethe, Vicent Van Gogh y un sin fin de artistas prefirieron y prefieren los lápices a las plumas. La gran ventaja de éstos es lo escrito; con ellos es más fácil borrar y además son más baratos y funcionan siempre, a diferencia de las plumas.

A pesar de que los tiempos han cambiado y las computadoras dominan nuestras vidas, los lápices no han perdido vigencia. Son algo indispensable para los niños en la escuela, los jóvenes en la universidad y los empleados en las oficinas. Son baratos y duran mucho tiempo. Hoy existen en sus más variadas formas y calidades, tamaños y precios, pero los Faber-Castell 9000 seguirán siendo verdes y sexagonales y quizás también lo sean en cien años más.