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Un hueso duro de roer

10 de marzo de 2003

Rusia y Francia anunciaron que rechazarán una resolución que ponga un ultimátum a Irak, mientras el gobierno alemán confía en el apoyo mayoritario del Consejo de Seguridad a una prolongación de las inspecciones de armas.

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Igor Ivanov anuncia el "njet" de Moscú.Imagen: AP

El optimismo manifestado por Washington fue a todas luces prematuro. La negativa de Moscú a aceptar una nueva resolución contra Irak que contenga un ultimátum y, en consecuencia, un mecanismo automático para dar luz verde a la guerra, echa por tierra las esperanzas de la Casa Blanca de lograr la venia del Consejo de Seguridad con la rapidez deseada. La amenaza de veto, pronunciada este lunes por el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Igor Ivanov, fue más clara que nunca. De llegar a concretarse, bastaría para bloquear definitivamente el pase de la ONU a la intervención militar planeada por la administración Bush. Además, no sería un veto solitario, ya que el presidente francés, Jacques Chirac, por primera vez anunció personalmente su NO al proyecto británico-estadounidense.

La iniciativa de los "indecisos"

El Consejo de Seguridad de la ONU está resultando, de todos modos, un hueso mucho más difícil de roer de lo que jamás imaginó la Casa Blanca. Pese a la enorme presión diplomática de Washington, los seis integrantes "indecisos" (Angola, Camerún, Chile, Guinea, México y Paquistán) aún no se definen. Más aún: de acuerdo con fuentes diplomáticas, presentaron en Nueva York su propia moción, pidiendo establercer parámetros claros para establecer si Irak se desarma o no, antes de dictar un ultimátum. Según la edición online del semanario alemán Der Spiegel, este grupo propondría fijar el plazo para el 17 de abril, en un intento por posibilitar acuerdos.

Prosperen o no tales gestiones, lo cierto es que el proyecto de los "halcones" sufre tropiezo tras tropiezo. Tan difíciles se perfilan las cosas para Washington que su embajador en la ONU anunció que la propuesta de plantear un ultimátum para el 17 de marzo ya no se someterá a votación el martes, sino a fines de la semana. Desde Londres, por otra parte, se emitían señales de disposición a hacer ciertas concesiones, que podrían incluir incluso una prolongación de plazos.

Los pesos pesados

Mientras tanto, sigue en pie la idea del presidente Chirac, de poner en la balanza el peso de los propios jefes de Estado y de Gobierno, si se llega a producir una votación en el Consejo de Seguridad. El canciller alemán, Gerhard Schröder, se ha mostrado ya dispuesto a secundarlo, aunque aclaró que habrá que esperar a ver cuándo tendrá lugar la citada votación y cuántos gobernantes realmente acudirían.

Sea como fuere, de hacerse efectiva la idea, sería una cumbre sin precedentes en este organismo de las Naciones Unidas.¿Podría semejante constelación hacer variar la correlación de fuerzas entre los partidarios de una rápida intervención militar y los que siguen apostando por el desarme pacífico de Irak? Parece difícil pero, en todo caso, pondría en una situación aún más incómoda a los jefes de gobierno que apoyan a Washington contraviniendo la opinión mayoritaria de sus propias ciudadanías.

Duro reto

El premier británico, Tony Blair, desde ya está sufriendo las consecuencias de su irrestricta adhesión a la línea de George Bush. No sólo su popularidad ha caído a niveles abismales; la amenaza de su ministra de Cooperación Internacional, Clare Short, de dimitir si Gran Bretaña entra en guerra con Irak sin mandato de la ONU, podría ser el preludio de una crisis gubernamental de mayores proporciones. Difíciles se ponen pues las cosas para el jefe de gobierno, máxime si sube al podio para defender una propuesta cuya aprobación está aún en las nubes.

Muy distinto es el caso de Chirac y Schröder. De acudir en persona al Consejo de Seguridad, arriesgarían ciertamente la reprobación estadounidense que, de todos modos, ya se han granjeado desde hace tiempo. En cambio, podrían estar seguros de contar con el aplauso de la mayoría de la población, no sólo en sus respectivos países sino en todo el ámbito de la Unión Europea que, a nivel de la calle habla con una sola voz en pro de la paz.