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Un hombre difícil de encasillar

7 de febrero de 2013

Leo Arons era un socialista rico. Tenía orígenes judíos, pero no era creyente. Era físico, pero no creía en verdades absolutas. Una derrota empañó su mayor logro.

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Imagen: ullstein bild - Schaarwaechter

Leo Arons habría podido disfrutar de todas las comodidades que le ofrecía su posición. Nació en 1860 en el seno de una familia de banqueros judía. Estudió matemáticas, física y química en diferentes universidades alemanas y en Estrasburgo. Se casó con una mujer de una familia acaudalada. No obstante, ya durante sus estudios empezó a comprometerse con causas sociales. En Estrasburgo, por ejemplo, buscó el contacto con trabajadores y necesitados. A Arons le preocupaban las causas de la pobreza y llegó a la conclusión de que la propiedad privada era el motivo de las diferencias sociales. A finales de 1891, Arons se afilió al Partido Socialdemócrata, un paso difícil para un hijo de banquero. De hecho, hacerse miembro del SPD no fue una decisión tomada de un día para otro, sino el resultado de “largos años de reflexión madura y fuertes luchas internas”, tal como escribiría más tarde.

Un hijo de banquero socialista

En el SPD, Arons era conocido por su generosidad. Creó un fondo de ayuda para camaradas en dificultades junto con amigos del partido, financió publicaciones socialdemócratas y apoyó a los sindicatos. Quizá fue su biografía lo que le permitió fomentar el diálogo entre las personas más dispares. A partir de mediados de 1890, organizó veladas en su casa a las que invitaba a un ilustre círculo de comerciantes, periodistas, empleados y representantes de las diversas corrientes del partido. Ocasionalmente asistieron el escritor Arno Holz, el político social liberal Friedrich Naumann o el dirigente del SPD Paul Singer. Estas sesiones eran conocidas popularmente con el nombre de “club de los bocadillos de manteca” o “salón rojo”. Probablemente, de aquí nació la idea de construir la Casa Sindical de Berlín, un proyecto al que Arons se dedicó en cuerpo y alma.

Deutschland Geschichte Leo Arons Gewerkschaftshaus in Berlin
La Casa Sindical de Berlín, en el barrio de Mitte.Imagen: erl. Phototyp. Inst. Rob. Prager

El año 1900: triunfo y derrota

Para Leo Arons, el cambio de siglo vino unido a un éxito pero también a una decepción. En su calidad de presidente del consejo de administración de la sociedad de la Casa Sindical, Arons inauguró la Casa Sindical de Berlín de forma solemne en septiembre de 1900. Era el primer edificio de este tipo que se había construido como lugar de reunión para los trabajadores y sus organizaciones. El edificio sigue existiendo hoy y se encuentra en el barrio de Mitte. Nunca se habría levantado sin el apoyo financiero y el compromiso personal de Leo Arons. El triunfo de haber dado una espléndida sede a los obreros quedó empañado por una derrota en el plano personal.

Desde 1890, Arons era profesor asociado en la Universidad Friedrich-Wilhelm de Berlín, la actual Universidad Humboldt, y enseñaba física. A la Facultad de Filosofía, a la que entonces pertenecía la asignatura de física, no le molestaba que el académico hubiera entrado en el SPD. La Constitución prusiana garantizaba la libertad de opinión y asociación.

No obstante, el ministro de educación prusiano Bosse recibió desde las altas esferas la orden de proceder contra Arons y exigió a la facultad que iniciase un procedimiento disciplinario y comprobase si no era indicado inhabilitarlo como profesor asociado. La facultad se negó, ya que ser miembro del Partido Socialdemócrata no atentaba ni contra las leyes prusianas, ni contra el reglamento de la Universidad ni contra la decencia pública.

La ley Arons

Guillermo II se enfadó muchísimo cuando Arons intervino en una convención socialdemócrata en 1897. El emperador envió un telegrama al Ministerio de Educación prusiano: “Supongo que el ministerio habrá iniciado inmediatamente los procedimientos adecuados para destituir de su cargo a ese fresco escarnecedor de instituciones estatales (…) No tolero ningún socialista entre mis funcionarios y tampoco entre los profesores de nuestros jóvenes en la Universidad Real”.

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El emperador Guillermo II llamó “fresco escarnecedor” a Arons.Imagen: picture-alliance/dpa

Sin embargo, la Facultad de Filosofía no se dejó intimidar. En una decisión tomada por mayoría, se negó a inhabilitar a Arons. El gobierno prusiano empezó a elaborar una ley que pasaría a la historia como “Lex Arons” (Ley Arons). Conforme a ella, los profesores asociados no funcionarios debían someterse al régimen disciplinario de los funcionarios. El parlamento la aprobó. De esta forma, el Ministerio de Educación prusiano tuvo la base jurídica para retirar a Arons el permiso de enseñanza en junio de 1900 por su pertenencia al Partido Socialdemócrata.

La labor científica de Arons

Su carrera en la universidad estaba acabada en Alemania. Las esperanzas de enseñar en la Suiza germanoparlante no se materializaron. Rechazó una oferta para ir a Oxford por razones familiares. A pesar de todo, Arons continuó con sus investigaciones. Algo puede leerse al respecto en la enciclopedia Meyers Konversations-Lexikon de 1908: “Arons trabajaba sobre franjas de interferencia en el espectro, sobre el calor de dilución y la capacidad térmica de soluciones salinas en relación con la ley de energía …” (en suma, temas no comprensibles a la primera para los que no son físicos). Casi como un producto derivado de sus investigaciones, Arons desarrolló un artilugio precursor de la bombilla. La lámpara de vapor de mercurio también fue conocida como el tubo de Arons. En 1904, el físico empezó a trabajar en un laboratorio de la fábrica de bombillas de AEG. En 1907, la empresa sacó finalmente al mercado la “Lámpara de vapor de mercurio del doctor Arons” basándose en sus descubrimientos.

Hauptgebäude der Humboldt Universität in Berlin
El edificio principal de la Universidad Humboldt de Berlín.Imagen: picture-alliance/dpa

La obra de Leo Arons

Debido a la insistencia de sus amigos, Arons dejó de lado la investigación y la educación para orientarse a la política. A él no le gustaba estar en primera fila, por lo que permaneció en un segundo plano. Sin embargo, cedió a las presiones de sus compañeros de partido y terminó presentándose a las elecciones al parlamento en 1903. Arons fue derrotado por un pelo en la primera circunscripción de Berlín, situada en el corazón de la ciudad, en torno al palacio imperial (para el oficialismo político, su victoria hubiera sido casi como la caída de Occidente). En el centro de las actividades políticas de Arons estaba la lucha por una ley electoral más justa en Prusia. En aquel entonces, los electores eran divididos en tres clases en función de su capacidad fiscal. Los votos de los ricos (en torno al uno por ciento de la población en 1898) tenían el mismo peso que los votos de los que pertenecían a la tercera clase (el 85 por ciento).

En 1908, su salud empezó a flaquear. Arons padecía una enfermedad de corazón. A principios de 1919, con el emperador en el exilio y Alemania convertida por primera vez en una república, Arons fue rehabilitado por la Universidad de Berlín. Poco después, falleció. Siguiendo su deseo, fue enterrado en el recinto de la Casa Sindical de Berlín. Albert Einstein se acordó de Arons en una nota necrológica a pesar de que no lo conocía personalmente: “Su sensibilización social y su deseo de justicia lo acercaron a los círculos socialistas y lo llevaron a defender públicamente sus convicciones políticas a pesar de los duros obstáculos y hostigamientos a los que hizo frente en un estado con ideas reaccionarias”. Einstein escribió también sobre el papel de Arons como científico: “El profano en la materia que tiene delante un montón de pequeños cuadernos con toda la obra de un físico, no sospecha lo difícil que es arrancar esos resultados de apariencia sencilla de la caprichosa materia”. Cuando los nazis ocuparon la Casa Sindical en 1933, destruyeron la tumba de Arons. Desde 2002 hay allí una placa conmemorativa en su recuerdo.

Albert Einstein Porträt
Albert Einstein escribió una nota necrológica sobre Leo Arons.Imagen: AP

Autora: Birgit Görtz
Editora: Claudia Herrera