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Un año de guerra civil por Tigray: el sufrimiento crece

Martina Schwikowski
3 de noviembre de 2021

El conflicto militar por la región de Tigray, en el norte de Etiopía, se extiende. Las batallas se han extendido al vecindario. Se desvanecen las esperanzas de que la guerra civil termine pronto, después de un año.

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Soldados etíopes prisioneros de las fuerzas de Tigray en Mekele
Soldados etíopes prisioneros de las fuerzas de Tigray en MekeleImagen: AP Photo/picture alliance

La situación en Tigray es desoladora: no hay agua potable, ni electricidad, la ayuda alimentaria está bloqueada y hay amenaza de hambruna. La crisis humanitaria ha sido provocada por los combates entre las tropas del Gobierno federal etíope y las milicias, así como por los bombardeos de la fuerza aérea contra objetivos en la capital regional, Mekele.

Miles de civiles han muerto como consecuencia de los combates. Además, la población ha sido víctima de violaciones masivas y detenciones arbitrarias; los activistas de derechos humanos hablan de limpieza étnica.

Hace un año: los soldados entran en Tigray

¿Cómo se produjo esta guerra en el Estado multiétnico de Etiopía, cuyo jefe de Gobierno, Abiy Ahmed, recibió el Premio Nobel de la Paz en 2019 por sus esfuerzos para reconciliarse con la vecina Eritrea? Se trata de una lucha de poder que se ha estado cocinando a fuego lento desde que Abiy, que pertenece a la etnia oromo, asumió el cargo.

Abiy consiguió expulsar del Gobierno al Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF), cuando fue elegido primer ministro en 2018, y prometió reformas democráticas. Etiopía, una federación de diez regiones étnicas, había estado hasta entonces dominada durante casi tres décadas por Tigray y el TPLF, que ocupaba una posición de liderazgo en la política y el Ejército (no sólo en el norte de Etiopía sino en todo el país), y cuyo estilo de liderazgo se consideraba muy autoritario.

La siguiente etapa de la escalada, en 2020, fue el aplazamiento, por parte de Abiy, de las elecciones regionales previstas en Tigray, con la disculpa de la pandemia. El Gobierno regional, dirigido por el TPLF, decidió realizar los comicios a cuenta propia, pero estos fueron invalidados por Abiy.

El conflicto armado estalló hace un año. Según Addis Abeba, el 3 de noviembre de 2020, un grupo de combatientes del Gobierno regional atacó una base de las fuerzas armadas etíopes. A primera hora de la mañana, las tropas del Gobierno federal respondieron con una gran ofensiva, se declaró el estado de emergencia en Tigray y la región quedó aislada del mundo exterior.

El Gobierno regional fue expulsado inicialmente, pero el TPLF recuperó, en gran medida, el control. En junio, las fuerzas del TPLF retomaron la capital regional, Mekele, y la semana pasada extendieron el conflicto a Dessie y Kombolcha, dos ciudades de importancia estratégica en la vecina región de Amhara.

"Fracaso" del Consejo de Seguridad de la ONU

El conflicto ha desencadenado una crisis humanitaria que ha dejado a 400.000 personas en Tigray en riesgo de hambruna, según la ONU. Más de dos millones de personas han huido ya de la violencia en la región. Y unos siete millones de personas del norte de Etiopía necesitan ayuda humanitaria para sobrevivir.

Mulugeta Gebregziabher proviene de Tigray y es profesor de la Universidad Médica de Carolina del Sur, en Estados Unidos. En su opinión, el Consejo de Seguridad de la ONU ha fracasado. Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros, han intentado desactivar el conflicto. Pero todo ha quedado en meras palabras de preocupación, dice.

"El asedio a Tigray debe levantarse por completo, con un acceso sin obstáculos para los trabajadores humanitarios. Hay que restablecer el suministro eléctrico, los servicios bancarios y los servicios médicos. Todas las tropas deben retirarse inmediatamente de las zonas de combate", exige Gebregziabher. El Gobierno de Addis Abeba también debe levantar la clasificación del TPLF como grupo terrorista.

Gebregziabher considera que las sanciones son un medio eficaz, que también podrían detener el suministro de armas. Según medios de comunicación, Irán, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Rusia participan en los combates como proveedores de armas y drones.

UA desempeña un papel central de mediación

Yonas Adaye, director del Instituto de Estudios para la Paz y la Seguridad de Addis Abeba, sugiere que la Unión Africana (UA) se involucre más en la búsqueda de una solución al conflicto: "De momento, lo mejor para Etiopía es que siga su propio camino y trabaje con la UA. Cuando se vislumbre el fin de los combates, esperamos la ayuda alimentaria y de reconstrucción de la comunidad internacional", declaró Adaye a DW.

La Unión Africana ha lanzado una misión de mediación dirigida por el expresidente nigeriano Olusegun Obasanjo. Sin embargo, la esperanza de que la comunidad internacional resuelva el problema comienza a desvanecerse entre la población de Tigray, que, según un observador, "reza por ayuda todos los días."

(jov/rml)