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Un amargo despertar para el SPD

mb19 de noviembre de 2003

El congreso del Partido Socialdemócrata duró 3 días. Las bases tomaron dejaron clara su postura frente al gobierno del canciller Schröder. Las tensiones internas que provocan las reformas fueron dirimidas en las urnas.

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El ministro de Hacienda, Hans Eichel, susurrando al oído del canciller, Gerhard Schröder.Imagen: AP

El canciller Schröder alcanzó la meta que se había propuesto para el Congreso del Partido Socialdemócrata (SPD) en la ciudad de Bochum: las huestes del partido siguieron a su dirigente. Aunque a regañadientes. La votación por la cúpula dirigente del partido lo dejó clarísimo: sólo 14 de los 43 candidatos alcanzaron la mayoría absoluta requerida en una primera vuelta. Manifiesto quedó tanto el descontento general como la descomposición estructural que viven hoy los socialdemócratas: las alianzas y pactos entre grupos han sido suplantados por un ejército de guerreros solitarios armados del látigo del voto para fustigar a sus dirigentes. Analistas ven en estos hechos una señal de que, si bien las bases siguen, todavía, a sus dirigentes, no se han despegado de los lemas socialdemócratas de otrora. A todas luces, les falta reconocer ciertas realidades básicas, como que, por ejemplo, el sistema social alemán- no dará abasto para una sociedad cada vez más vieja.

Un Schröder aceptable

Las expectativas eran muchas, e inmenso era la presión sobre el canciller. De él se esperaba que produjera el milagro de transmitir valor a sus filas desmoralizadas por los resultados catastróficos de las encuestas de opinión y por la deserción de la juventud. En su discurso, Schröder se fue fiel a sí mismo, dicen algunos observadores, pues hizo un llamado al valor para el cambio al presentar su visión de una sociedad con un sistema educativo justo. Y las bases lo reeligieron.

La discusión se esfumó

SPD Generalsekretär Olaf Scholz
Olaf Scholz, uno de los más apaleados.Imagen: AP

Caracterizó a este congreso, lamentablemente, la ausencia de la discusión objetiva. Los puntos de controversia fueron personificados. El secretario general, Olaf Scholz, y el ministro de Economía, Wolfgang Clement –quienes representan la imagen concreta de los recortes a las pensiones y a los subsidios de desempleo-, pagaron la mayor parte de la cuenta. Wolfgang Thierse, el segundo de abordo del SPD, comentó que los asistentes habían desaprovechado la sana oportunidad de desahogarse en pleno, para luego hacerlo en las urnas.

Amargo despertar

No sonaron las trompetas anunciando un nuevo derrotero de la socialdemocracia en Alemania, y sin embargo, sí es un logro el haber dado un paso adelante en el proceso de remozar estructuras mentales mirando a los ojos a una realidad económica aplastante. Claro quedó también que entre la cúpula y las bases, las vías de comunicación no están funcionando como deberían. Y lo que es más evidente: el SPD ha despertado de largos años de oposición a amarga una realidad que exige de él, sobre todo, conceptos realistas para un estado social.