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Ultimátum a la ONU

Daniel Scheschkewitz17 de marzo de 2003

Fue una cumbre sin precedentes, corta y definitiva. Bush, Blair y Aznar impusieron un ultimátum, no a Saddam Hussein, sino al Consejo de Seguridad de la ONU.

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La suerte está echada.Imagen: AP

Los tres mandatarios dieron en las Azores una última oportunidad al Consejo de Seguridad de la ONU para apoyar la demanda de desarme incondicional e inmediata de Irak, es decir, dar luz verde a la guerra. Quedó demostrado así en la Cumbre de las Azores que la crisis iraquí hace tiempo que se convirtió en un crisis de la diplomacia internacional. En juego están las Naciones Unidas, la paz en el Cercano Oriente, la autoridad de Estados Unidos como potencia mundial y el futuro de las relaciones trasatlánticas. Ha llegado, tal cual lo anunciara el presidente estadounidense George W. Bush, la hora de la verdad.

Con lujo de violencia verbal, el hombre más poderoso del mundo ha colocado una pistola en el pecho de Francia, Rusia y el resto de naciones miembro del Consejo de Seguridad y demandado un cheque en blanco so amenaza de tirar su derecho a veto en el papelero de la historia.

Errores diplomáticos

Este dramático desenlace es producto del fracaso de la diplomacia. Desde un inicio Bush utilizó a la Organización de las Naciones Unidas como un vehículo multilateral para su estrategia de desarme unilateral contra Irak. Ni él, ni su secretario de estado Colin Powell, lograron convencer a la comunidad internacional del supuesto peligro que corre la seguridad internacional y la inminente necesidad de concretar una guerra en contra de Irak.

En vez de seguir la estrategia de su padre en 1990, y convencer paso a paso a los escépticos, George Bush ha seguido el camino de la arrogancia, del líder indiscutido que se rodea de estados satélite y amenaza al resto del mundo con sumergirlo en la insignificancia. Francia por su parte, sobrevalorando su importancia política internacional, aceptó la afrenta y reclamó el liderazgo de la Europa Continental. En sus esfuerzos por hacerse de una mayoría en el Consejo de Seguridad, los antiguos aliados no escatiman en ponerse zancadillas mutuamente.

Todavía hay una solución

Un hecho sin precedentes en la historia de la posguerra y un hecho que tendrá consecuencias. La Cumbre de las Azores podría convertirse en el principio del fin de la comunidad de naciones occidentales.

Aún no es demasiado tarde para lograr un compromiso. Rusia y Francia podrían prescindir de su derecho a veto, si es que realmente buscan el desarme de Saddam Hussein. Hans Blix podría aceptar un plazo de 30 días y Estados Unidos también, por lo menos así lo han dado a entender militares estadounidense de alto rango.

Hay mucho en juego, todos tienen mucho que perder. Por eso vale la pena un último intento de compromiso, cualquier otra decisión resulta equivocada y muestra de irresponsabilidad histórica.