Uganda: draconiana ley antigais
25 de febrero de 2014Antes de ser firmada como ley, ya existía en Uganda una legislación que condenaba los actos homosexuales, una reliquia de la época colonial británica. Pero el cariz alcanzado últimamente es mucho más draconiano, porque además de las prácticas homosexuales, condena a todo aquel que apoye los derechos de los gais o que no reporte a las autoridades prácticas sexuales entre personas del mismo sexo.
Siranda Gerald Blacks, de la ONG ugandesa Refugee Law Project, se remite con consternación al proyecto de ley: “Provocará muchas dificultades para todos, incluyendo a los que trabajan con gais o viven con ellos. Quien conozca a homosexuales tiene que contarlo a la policía. Si no, podrá ser encarcelado”, describe la activista.
A pesar de su nueva redacción, esta nueva ley tiene una larga historia. El primer proyecto fue presentado al Parlamento en 2009 y contemplaba la pena de muerte por actos homosexuales, hecho que provocó reacciones en todo el mundo. En diciembre de 2013, el Parlamento aprobó una versión enmendada y la pena máxima fue reducida a cadena perpetua.
Pero antes de firmar la ley, Museveni dudó afirmando que quería argumentos científicos. Abogados ugandeses y activistas de derechos humanos aprovecharon la oportunidad avisando que el proyecto era discriminatorio e inconstitucional. Y expertos médicos internacionales de más de 60 organizaciones escribieron una carta abierta al presidente Museveni publicada en el Daily Monitor, donde advertían de las consecuencias de una ley de este tipo. Entre otras cosas, temían dar un paso atrás en la lucha contra el SIDA si se niega la asistencia médica a los gais.
Un presidente que no quiere dejar de serlo
A principios de año, el presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, aprobó una ley antigay en su país. Pero por su parte, Musevini pareció prestar atención a las críticas internacionales. Aunque al final esperó los resultados de la comisión científica que elaboró el estudio. En febrero de 2014, el ministro de Sanidad responsable de la comisión publicó una declaración concluyendo que la homosexualidad no era una enfermedad y que no era causada por un solo gen, pero que se necesitaba más investigación. Aparte de eso, la comisión no hizo recomendaciones concretas. En base a dicha declaración, Museveni concluyó que si la homosexualidad no era genética, estaba condicionada por el entorno. Para los observadores, una decisión tomada para permanecer en el poder.
Legislaciones antigais como ésta están muy extendidas en África. Los actos homosexuales están castigados en 37 países africanos y algunos como Liberia o Nigeria endurecieron sus leyes recientemente. En este último, junto con Sudán, Somalia y Mauritania, incluso con la pena de muerte.
Para Andrea Kampf, del Instituto Alemán de Derechos Humanos, no necesariamente indican penalización: “A excepción de Camerún, en Uganda y otros países vecinos no ha habido tantos procesos”. El objetivo es detener el debate público sobre este tema. “Para todos aquellos que están directamente afectados, significa que vivirán en un clima de miedo y estigmatización. Para los activistas, significará amenazas de violencia física”, dice Krampft.
Severas críticas del extranjero
Con su decisión de volver a la política antigay, Museveni se enfrenta a críticas internacionales. El presidente de EE.UU., Barack Obama, la calificó como “más que una afrenta y un peligro a la comunidad gay en Uganda, un paso atrás para todos los ugandeses”. Bloggers denuncian que los asesores de Museveni llegaron a una conclusión falsa a raíz de sus estudios científicos y el comisario de derechos humanos del Gobierno alemán, Christoph Strässer, se mostró igualmente consternado. “Es particularmente duro que base esta decisión en las causas sociales alegadas como razones para el aumento de la homosexualidad”, declaró Strässer.
Para Kampf, las críticas son importantes. Pero también alerta del riesgo de dar mucha publicidad en los medios: “En los últimos años, las organizaciones africanas de derechos humanos criticaron declaraciones de países donantes. Asociaciones de gais y lesbianas indican que la amenaza de congelar las ayudas llevó a una mayor estigmatización. Sería mejor que los países donantes emprendiesen acciones a través de sus embajadas o dentro de programas de desarrollo”, continúa. Una lucha contra una nueva ley que incluso en Uganda tiene sus críticos como apareció recientemente en Twitter: “Si Museveni firma la ley, continuaremos siendo un país tercermundista. El desarrollo significa tolerancia”.