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Terror en el Metro de Moscú

ers6 de febrero de 2004

Decenas de muertos y un centenar de heridos causó una explosión en el Metro de Moscú. El gobierno alemán envió sus condolencias, condenando duramente el hecho que la policía no tardó en calificar de atentado terrorista.

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Momentos de angustia en la capital rusa.Imagen: AP

Un llamado a la unidad de los estados para combatir el terrorismo fue la primera reacción del presidente ruso Vladimir Putin, tras la explosión que cobró cerca de 40 vidas por la mañana en el Metro moscovita. Las escenas de pánico recordaron a los rusos los graves problemas pendientes que sufre el país. Problemas bastante dejados de lado en la campaña electoral que, según todo indica, culminará en la reelección del actual mandatario.

"Peste del siglo XXI"

Putin denunció de inmediato un nuevo acto del "terrorismo internacional", que calificó como "la peste del siglo XXI" . En realidad, ni la policía ni la población dudaron mayormente de que se trataba de un atentado. La larga serie de golpes terroristas que han sacudido al país en los últimos tiempos da motivos más que suficientes para llegar rápidamente a esa conclusión. Sin ir más lejos, en diciembre pasado un atentado suicida dejó seis muertos en las cercanías del Kremlin, pocos días después de que una bomba causara 44 víctimas fatales en un tren regional en el norte del Cáucaso. La lista es larga e incluye, entre otros, el atentado en un concierto rock, sin olvidar la toma de rehenes en un teatro en el 2002.

Explosion in Moskauer U-Bahn Sanitäter
Labores de rescate en el metro.Imagen: AP

Los sospechosos son los mismos de siempre: los extremistas chechenos. Sus brutales atentados echan por tierra, de tanto en tanto, los esfuerzos gubernamentales por convencer al país que todo está bajo control. Los hechos de este viernes lo desmienten en forma categórica, sumiendo a la población moscovita en la inseguridad.

¿Carta blanca?

¿Qué repercusiones podría tener este atentado en la esfera política y, concretamente, en las elecciones presidenciales de marzo? Probablemente no tantas como para poner en peligro la reelección de Putin. De hecho, la reacción típica hasta ahora en Moscú ha sido la de pedir más mano dura contra los separatistas del Cáucaso. Pero, en algún momento, los rusos tendrán que comprender que la política actual no ofrece una solución sostenible para Chechenia.

También en el plano internacional debería imponerse tarde o temprano la convicción de que no se puede dar carta blanca indefinida al Kremlin. Ignorar lo que ocurre en la explosiva región caucásica a la larga resulta peligroso no sólo para Moscú. Por eso, sería de desear una sana dosis de presión sobre el gobierno ruso, para poner fin a los atropellos contra la población chechena e inducirlo a buscar una salida real a esa crisis endémica. No basta con cerrar los ojos, por mucho que Putin presente el problema como una confrontación con el terrorismo internacional.