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Terrible y a la vez fecundo

26 de enero de 2013

El Instituto Leo Baeck de Nueva York tiene la colección de historia judeo-alemana más grande del mundo. Su directora, Carol Kahn Strauss, piensa que la institución es un gran éxito conjunto.

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Imagen: DW/J.Bruck

El Instituto Leo Baeck fue fundado en 1955 por Hannah Arendt y Martin Buber, entre otros. Tiene sedes en Nueva York, Londres, Jerusalén y, desde 2001, también en el Museo Judío de Berlín. Debe su nombre al rabino alemán Leo Baeck, que fue deportado a Theresienstadt. Tras sobrevivir al Holocausto, emigró a Estados Unidos. La institución ha investigado y documentado la historia de los judíos germano hablantes desde el siglo XVII. En esta entrevista, Carol Kahn Strauss habla sobre la desaparición de la cultura judeo alemana en Estados Unidos y su relevancia para la historia de Alemania.

Deutsche Welle: Señora Kahn Strauss, durante el Holocausto unos 100.000 judíos emigraron a los Estados Unidos, muchos de ellos a Nueva York. Había incluso un barrio judeo-alemán, Washington Heights, en el que se podía comprar en panaderías y carnicerías de alemanes, acudir a los servicios religiosos en alemán y leer el periódico Aufbau también en este idioma. ¿Qué huella queda de todo aquello?

Carol Kahn Strauss: Eso ya no existe. Apenas queda nada de los judeo-alemanes en Nueva York, ahora somos todos estadounidenses. El periódico Aufbau ya no se publica y los comercios judeo-alemanes han echado el cierre. En Washington Heights ahora hay, sobre todo, dominicanos. No, ya no es palpable aquí la cultura judeo-alemana. Pero, desde el punto de vista histórico, mucho de aquello se ha integrado en la vida americana, ya sea en películas, música o arquitectura. Aquí tenemos una pared entera dedicada a retratos de judeo-alemanes acreedores del Premio Nobel, que vivieron y trabajaron en Estados Unidos. La influencia es enorme.

¿Y qué me dice de la segunda y tercera generación, los hijos y nietos de los emigrantes judeo alemanes? ¿Qué relación guardan con esta herencia?

Ninguna, excepto aquellos que desean tener pasaporte de la Unión Europea para poder trabajar y estudiar allí. Son americanos, eso es un hecho.

Leo Baeck Institut New York
4.000 científicos al año vienen al archivo del Instituto Leo Baeck para realizar investigaciones.Imagen: DW/J.Bruck

¿Qué implicaciones tiene esto para el Instituto Leo Baeck? ¿Tiene sentido que continúe la sede en Nueva York?

Pienso que todo tiene su tiempo. Personalmente, creo que la fase americana del Instituto Leo Baeck ha concluido. Pienso que nuestro archivo y nuestras colecciones acabarán reubicándose en algún momento en el Museo Judío de Berlín. En ese sentido, es importante que recordemos que, hasta que los nazis promulgaron las Leyes de Núremberg sobre pureza racial en 1935, los judíos eran ciudadanos alemanes. Son parte de la historia alemana, al igual que los fondos de esta institución.

El Instituto se financia fundamentalmente mediante donaciones. ¿Podrán seducir con su trabajo a las nuevas generaciones para que sigan aportando fondos?

La historia no vende. Sin el apoyo de grandes instituciones no sobreviviríamos. La gente no dona para que compremos viejos libros, eso no entusiasma ni al ánimo ni al bolsillo. Debemos encontrar nuevas maneras de financiarnos. Antes muchos judeo-alemanes nos tenían en cuenta en sus testamentos, pero cada vez van quedando menos. En cualquier caso, nuestro presupuesto no puede basarse en las últimas voluntades de la gente.

¿Hay interés por parte del Gobierno alemán y de la opinión pública alemana por su labor?

Sí, y cada vez crece más. El Gobierno alemán nos ha apoyado siempre. Viajo a menudo a Alemania para asistir a eventos y sé que el interés de la gente también es grande. Y podría ser mayor, si nos hiciéramos más visibles. Debemos aclarar que entre 1870 y 1933, los judíos no vivían en ningún lugar de Europa mejor que en Alemania. Los éxitos en Ciencia, Música, Literatura y muchas otras disciplinas quedan a veces ensombrecidos por la época nefasta que tuvo lugar después, pero lo cierto es que este capítulo de la historia judeo-alemana es muy positivo. El entonces canciller Gerhard Schröder pronunció en la inauguración del Museo Judío de Berlín las siguientes palabras: “No solo hay que recordar lo terrible, sino también lo fecundo”, haciendo un juego de palabras entre furchtbar (terrible) y fruchtbar (fértil). Creo que esta frase resume a la perfección nuestro trabajo en el Instituto Baeck.

¿Qué perspectivas hay a la vista? ¿Qué queda aún por hacer?

Hay tantos jóvenes que se interesan por nuestros temas. Debemos reflexionar sobre cómo, por decirlo de alguna manera, presentar y comercializar la historia judeo-alemana. Sabemos por las muchas películas, libros y obras de teatro sobre el tema que el interés es inmenso. Desde hace medio siglo somos expertos en historia judeo-alemana. Debemos contársela a la gente.

Carol Kahn Strauss es desde 1994 directora del Instituto Leo Baeck. Nació en Nueva York hace 62 años, hija de un inmigrante judeo alemán. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Columbia y tiene un Máster en Relaciones Internacionales por el Hunter College. Durante largo tiempo, Kahn Strauss fue presidenta de la comunidad judeo-alemana Habonim de Nueva York.

Autor: Jan Bruck/MS
Editora: Claudia Herrera