Temer: impopular, cuestionado y necesario
12 de mayo de 2016De personalidad discreta, Michel Temer construyó su larga carrera política tras bambalinas antes de ser nombrado presidente de la República como reemplazante temporal de Dilma Rousseff. Considerado un negociador hábil, en la colección de adjetivos utilizados para definirlo se repiten palabras como conciliador y formal. Sus adversarios, en cambio, lo acusan de ser un profesional de las intrigas. Un senador una vez lo definió como un “mayordomo de película de terror”.
Poco conocido por los brasileños antes de la crisis que terminó por derrumbar al gobierno de Rousseff, Temer también fue comparado con una esfinge, por su capacidad para permanecer enigmático, impenetrable. La carrera de este hombre de 75 años es un ejemplo de la política de bastidores. Nunca ocupó un cargo de renombre, como prefecto o senador. Fue diputado por seis mandatos y llegó a ser presidente de la Cámara entre 1997 y 2001 y entre 2009 y 2010. Su poder reside, en especial, en su capacidad de lidiar con las diferentes almas de su partido.
En los últimos 15 años, Temer ocupó la presidencia del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el mayor partido de Brasil que, a pesar de no disputar una elección presidencial hace 20 años, ha formado parte de todos los gobiernos desde el retorno de la democracia, en 1985.
Pocos votos, cabello ordenado
Hijo de una pareja de libaneses que llegó a Brasil en los años 20 del siglo pasado, Temer nació en la pequeña ciudad de Tietê, en el interior de Sao Paulo. Es el menor de ocho hermanos. Con formación en el área jurídica, fue profesor de Derecho Constitucional. Está casado con una exmodelo que es 43 años más joven, con quien tiene un hijo de seis años. Temer entró a la vida pública a comienzos de los 80, cuando ingresó al PMDB. Su primer cargo fue como jefe de la Procuraduría General de Sao Paulo. Luego fue secretario de Seguridad Pública en el mismo Estado y en 1986 fue candidato a diputado.
En 1992 volvió a ocupar el cargo de secretario de Seguridad, que entonces pasaba por una crisis por la masacre de Carandiru, episodio en el que 111 detenidos murieron a manos de la policía en el principal penal del Estado. El legado de Temer es controvertido. Si bien consiguió modernizar las fuerzas policiales, también el Estado comenzó a experimentar una explosión en el número de homicidios que se extendería por toda la década de los 90. A partir de 1995 se instaló en Brasilia, donde ocupó sucesivos mandatos como diputado federal. Llegó a asumir la presidencia de la Cámara y, en 2001, la jefatura del PMDB.
A pesar de contar con una carrera siempre ascendente, nunca tuvo buenas votaciones. En las dos primeras ocasiones en que fue elegido, asumió como suplente antes de tomar el mandato. En 2006 recibió 99 mil votos y solo llegó a la Cámara gracias a la suma de sufragios obtenidos por su coalición. Sus aliados más próximos admiten que carece de carisma y tiene dificultades debido a su excesiva formalidad, que se refleja también en su ropa y cabello, siempre impecablemente peinado. Sus carencias ante las masas las compensa con un buen verbo ante audiencias más pequeñas.
Pese a sus buenas relaciones dentro del PMDB, Temer ha cultivado desafectos, como es el caso de Renan Calheiros, expresidente del Senado y su principal rival dentro del partido. Y también tiene a su haber una cuota de escándalos. Fue citado por dos delatores de la Operación Lava Jato, que lo acusaron de ser uno de los beneficiarios de la trama. En 2009, su nombre apareció 21 veces en una planilla del contratista Camargo Corrêa incautada por la Policía. Ninguna de estas investigaciones tuvo consecuencias.
Problemas con Rousseff
Al mando de su partido, Temer tuvo que lidiar con los distintos feudos dentro del movimiento. Pese a ello, llevó a esos grupos a una aproximación con el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva en 2003, dejando atrás la alianza con el Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB) durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso. El gesto iniciaría una asociación que duró todo el mandato del Partido de los Trabajadores (PT).
En 2010, la alianza se vio reforzada cuando Lula escogió a Dilma Rousseff como su sucesora. Ni Lula ni Dilma deseaban que Temer ocupase el cargo de vicepresidente, pero la presión del PMDB fue más fuerte. En contraste con quienes ocuparon el cargo antes que él, Temer fue desde el comienzo un vicepresidente poderoso, por sumar a su nuevo puesto la presidencia de su partido.
A diferencia de los años de Lula, la alianza comenzó a sufrir durante el Gobierno de Rousseff. Varios sectores del PMDB comenzaron a quejarse de que la mandataria no compartía el poder con su socio de coalición. También se dijo que el vicepresidente comenzó a ser aislado por Dilma y otros miembros del PT, que daban preferencia a partidos menores, minando la posición del PMDB. Temer aseguró que podrían haber sido grandes aliados con el PT, pero que Rousseff eligió tratarlo como un “enemigo”.
En diciembre de 2015, el vicepresidente finalmente reveló lo que pensaba sobre la relación cuando rompió públicamente con la mandataria a través de una carta, en la que acusó a la entonces presidenta de tratarlo como un elemento “decorativo”. Muchos reaccionaron con sorpresa al ver al siempre discreto Temer adoptar una posición tan dura, pero los especialistas sostienen que solo siguió una tendencia que ya se había formado entre los miembros del PMDB. A partir de ahí, Temer pasó a formar parte de los rebeldes y articuló, en marzo, la salida del PMDB del Gobierno, poniendo fin a una alianza de 13 años.