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Taxidermista: la muerte como rutina

Kathrin Erdmann / DZ18 de noviembre de 2012

Kay-Uwe Liebsch ha perforado cientos de cráneos. Él trabaja como taxidermista en Alemania, una profesión poco común. A diario mira de frente la muerte, algo inusual para el resto de las personas.

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El taxidermista Kay-Uwe Liebsch ha enfrentado la muerte cientos de veces.
así se trabaja en el Instituto de Medicina Forense de la Universidad de Hamburgo.Imagen: Kathrin Erdmann

La mayoría de la gente prefiere no tener nada que ver con la muerte y los muertos. Pero para Kay-Uwe Liebsch la cosa es distinta. Los cadáveres son parte de su trabajo diario. Él es taxidermista en el Instituto de Medicina Forense en el Hospital de la Universidad de Hamburgo. Rara vez recibe la visita de voluntarios.

Es un lugar para sentirse distinto: un largo pasillo, 30 frigoríficos hacia la izquierda. Sobre cada cerrojo negro hay unos papeles escritos a mano: son los nombres de los muertos. Al final del pasillo, en vez de papeles hay una etiqueta distinta. "Detrás están los muertos que llevan largo tiempo acá, que están muy deteriorados o llenos de gusanos", explica el taxidermista Liebsch.

Datos de la muerte

Trabaja hace 13 años en el Instituto de Medicina Forense del Hospital de la Universidad de Hamburgo. Cuando no está disfrutando de su pausa, está cortando huesos en el sótano. En la medicina forense junto a los muertos vienen los datos de la muerte. Ese trabajo no puede hacerlo cualquiera, pero alguien debe hacerlo.

Hoy yace un hombre de 51 años sobre la camilla metálica de Liebsch. Encontró la muerte en su apartamento. Ahora un miembro de su familia quiere saber de qué murió. Mientras el taxidermista corta con su bisturí el esternón y el abdomen, cuenta en qué consiste una necropsia o necrocirgía "Todo debe ser removido y examinado". Pero igualmente importante es luego dejar al muerto en condiciones adecuadas para que la familia y los amigos puedan despedirse dignamente.

Taxidermista y médico: un trabajo en equipo

El taxidermista trabaja de la mano con un médico. Liebsch saca los órganos en tres paquetes. Mientras desprende el paladar y deja las amígdalas y los pulmones en una bandeja plateada, la médico corta con tijeras el estómago y el pecho. Cuidadosamente toma el corazón, lo limpia y lo analiza. Entonces saca la parte superior del abdomen y la zona genital. En la sala hay un extraño olor entre dulzón y metálico. El taxidermista de 43 años está concentrado.

Luego se va al final de la mesa. La cabeza descansa sobre un plástico. Liebsch maneja el bisturí desde la oreja derecha hasta la zona posterior de la cabeza. "Me ocupo primero del cuero cabelludo, que se pliega hacia adelante". Luego debe perforar el cráneo. Después de unos minutos el cerebro cae y es llevado directamente a la mesa de la médico, quien se encargará de cortarlo en rodajas, para ver si se han formado tumores. No es el caso.

Esta persona falleció por una insuficiencia cardíaca. Eso lo determinó rápidamente la especialista. Los órganos son ahora cortados en piezas y puestos en un vaso con formaldehído, donde serán guardados para posteriores indagaciones. Los familiares del muerto ahora tendrán claridad sobre la muerte de su ser querido.

Dar dignidad

Para el taxidermista comienza ahora la limpieza. Para que el cadáver pueda ser retirado más tarde, la cavidad abdominal se reviste con una bolsa plástica biodegradable. "Así debe ser, para que el medio ambiente no sea afectado", dice Liebsch, mientras pone los órganos en una bolsa. Incluso el cerebro luce ahora en el estómago. "No puede volver a la cabeza, pues podría perder líquido". En su lugar, el cráneo se rellena con un material especial que absorbe líquido y luego se endurece.

"Para mí lo más importante es que cada persona sea tratada con dignidad. Y que los parientes noten lo menos posible la necropsia, antes equivocadamente llamada autopsia", dice Liebsch. Luego perfora la piel con una aguja en forma de “s” y sutura al muerto para poner todo en orden.

No es un trabajo como otro

Liebsch es consciente de que mucha gente siente aversión por su trabajo. Él mismo fue antes sepulturero. "Siempre he estado relacionado con los cadáveres, de alguna manera", dice, y mira como ofreciendo disculpas. Ahora, es el principal taxidermista del Instituto de Medicina Forense. Un trabajo que está en plena transición, pues en el futuro las necropsias se llevarán a cabo de forma virtual, a través de una tomografía computarizada.

Después de varias horas en la cálida sala de necropsias, donde la temperatura es de 24 grados, Kay-Uwe Liebsch vuelve a la vida y disfruta la luz del día.

Autor: Kathrin Erdmann / DZ
Editor: José Ospina-Valencia

Frigoríficos en el Instituto de Medicina Forense de Hamburgo.
Instituto de Medicina Forense de Hamburgo.Imagen: Kathrin Erdmann
El taxidermista Kay-Uwe Liebsch ha enfrentado la muerte cientos de veces.
Kay-Uwe Liebsch en su ambiente de trabajo.Imagen: Kathrin Erdmann