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Sorpresa integrista en Teherán

Emilia Rojas Sasse25 de junio de 2005

Disgusto en Washington e inquietud en Europa causó la victoria del integrista Mahmud Ahmadinayad en las elecciones presidenciales iraníes, que trae malos presagios para los intentos de diálogo con Teherán.

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¿"Halcón" o "Robin Hood" islámico?Imagen: AP

La victoria del ex presidente Akbar Hashemi Rafsanyani se daba prácticamente por segura. Y, en Occidente, todos sabían a qué atenerse. Al fin y al cabo, el multimillonario iraní era un viejo conocido, de indudable pragmatismo. Pero ahora Estados Unidos y Europa tendrá que vérselas con un halcón islámico instalado en la presidencia de Irán. La sorpresiva victoria del alcalde de Teherán, Mahmud Ahmadinayad, en la segunda vuelta de los comicios presidenciales supone un vuelco que pondrá seriamente a prueba a la diplomacia internacional.

Incomodidad europea

Ciertamente, Ahmadinayad era el candidato de los ultraconservadores iraníes y el predilecto del máximo líder religioso, el ayatollah Ali Jamenei, quien había recomendado a electorado "elegir a un candidato que no deje contento al enemigo". Cerca del 62% de los ciudadanos que concurrieron el viernes a las urnas siguieron el consejo. El gobierno de Washington demostró su disgusto sin demora, subrayando que, con este resultado electoral, Irán se mueve en contra de la corriente general de democratización en la región.

Pero Estados Unidos, en el fondo, seguramente se siente confirmado en su línea dura contra el régimen de Teherán, al que el presidente George W. Bush siempre ha considerado parte del "eje del mal". Más incómoda se pone, en cambio, la situación para Europa, donde desde hace años se viene apostando por la carta del diálogo, como forma de incentivar la apertura en Irán. De partida, las arduas negociaciones en marcha sobre el polémico programa nuclear iraní, que según Washington apunta a construir armas atómicas, corren peligro de naufragar. Ahmadinayad ya anunció durante su campaña electoral que asumirá una posición más dura al respecto, criticando la disposición a hacer concesiones.

La esperanza es lo último que se pierde

Ante este panorama, a Europa no le queda más que cruzar los dedos y esperar que, después de todo, la retórica desafiante no se traduzca en hechos. El gobierno de Berlín, por ejemplo, dijo partir de la bese de que Irán continuará las conversaciones con Alemania, Francia y Gran Bretaña. En este contexto, el jefe de la diplomacia germana, Joschka Fischer, recordó que "también la cooperación económica dependerá decisivamente de si Irán consigue ganar la confianza internacional y seguir abriéndose".

También el ministro de Relaciones Exteriores francés, Philippe Douste-Blazy se sumó a las esperanzas de que continúen las negociaciones, mientras su homólogo británico, Jack Straw, solicitó de inmediato a Teherán adoptar "rápidas medidas" para disipar los temores de la comunidad internacional en cuanto a su programa atómico y también en cuanto a su política respecto al terrorismo. Además, sumándose al parecer estadounidense, habló de "considerables deficiencias" en el proceso electoral iraní.

Panorambild: Wahlen im Iran, Mahmoud Ahmadinejad, Teheraner Bürgermeister
El alcalde de Teherán entre sus partidarios, durante la campaña.Imagen: AP

El "Robin Hood" islámico

De hecho, no se descartan posibles manipulaciones de parte del poderoso Consejo de los Guardianes de la Revolución. Sin embargo, la magnitud del triunfo de Ahmadinayad no puede atribuirse a ello, según un analista de la publicación alemana Die Zeit. "Resulta difícil creer que el Consejo de Guardianes haya podido catapultar al hombre de 0 al 19% (en la primera vuelta)", puntualiza el autor del artículo, comentando que "eso sería un exceso de teoría de la conspiración".

¿Cómo es posible entonces que una figura de incendiario populismo fundamentalista lograra convencer a buena parte del electorado, en un país donde se daba por hecho que la población respalda masivamente las reformas liberalizadoras que intentó el presidente saliente? No es fácil dilucidarlo. Pero Die Zeit aventura una explicación. "Los pobres de Teherán lo quieren, porque hizo mucho por ellos", señala el articulista. Ahmadinayad incluso se ha ganado el apodo de "Robin Hood islámico" y esa promesa de velar por una repartición más justa de la riqueza puede haber inducido a muchos a darle su voto. Para Occidente, en cambio, se trata ante todo de un halcón islámico, cuya elección ha sido motivo de shock.