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Sin novedad en el frente de Bush

Emilia Rojas Sasse20 de diciembre de 2006

El presidente estadounidense se inclina por engrosar las filas de sus Fuerzas Armadas, en lugar de optar por un cambio de estrategia y sondear alternativas políticas para superar la crisis de Irak.

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George W. Bush
El presidente estadounidense sigue apostando por la fuerza militar.Imagen: AP

"El 2006 fue un año difícil en Irak y el 2007 será igualmente duro". Estas palabras, pronunciadas por el presidente estadounidense, George W. Bush, no tienen al tono triunfalista que estamos habituados a escuchar de su boca desde el inicio de su guerra contra el terrorismo internacional. Tampoco lo tiene su constatación de que "no tenemos éxito tan rápidamente como lo hubiese deseado". Sin embargo, quienes creyeron que la conferencia de prensa convocada repentinamente por el jefe de la Casa Blanca estaba destinada a anunciar un cambio de fondo en su estrategia, se vieron plenamente defraudados.

Refuerzos militares

La visión del presidente de la superpotencia estadounidense no ha cambiado un ápice. Sólo ha tenido que modificar, ante la evidencia de los hechos, su apreciación del tiempo y los sacrificios que costará esta especie de cruzada. En consecuencia, la intención de Bush de reforzar con más efectivos al Ejército y la Infantería de Marina, cuadra perfectamente en su lógica y es su respuesta natural a las advertencias de que las Fuerzas Armadas estadounidenses están cerca de verse superadas por las circunstancias.

Abierta quedó la opción de incrementar la presencia militar en Irak, pese a que la Comisión Baker recomendó todo lo contrario y que, a juzgar por los resultados de las elecciones parlamentarias de noviembre, la población está todo menos satisfecha con el curso de los acontecimientos. ¿Qué podrá hacer en este contexto el nuevo ministro de Defensa, Robert Gates, cuyo primer viaje oficial lo llevó a territorio iraquí para sondear opciones en el terreno? Poco margen parece quedarle después de lo que se planteó en la conferencia de prensa de Bush.

El campo de batalla sigue siendo militar

Casi 3.000 soldados estadounidenses han muerto en los casi 4 años desde la invasión de Irak. Cerca de 50.000 civiles han perdido la vida en ese país, convertido en un polvorín donde ahora, efectivamente, el extremismo islámico puede encontrar terreno fértil. Y lo peor que es que nada permite vislumbrar el término de la violencia, que a juicio de los expertos amenaza con derivar en una crisis regional.

Para los representantes de la "Vieja Europa", que en su día advirtieron de las consecuencias de esta guerra, las últimas declaraciones del presidente Bush no deben resultar muy alentadoras. El cambio de estrategia sugerido por el Informe Baker no tiene visos de materializarse, tampoco en lo político. Demasiado prematuras resultaron las elucubraciones acerca del papel que podría desempeñar Europa, y particularmente Alemania, por ejemplo a la hora de abrir canales para tratar de inducir a Siria e incluso a Irán a ejercer una influencia constructiva en la región. Las coordenadas se mantienen inalteradas. Bush sigue creyendo que el conflicto puede resolverse en el campo de batalla militar.