Seguridad sin precedentes para despedir a Juan Pablo II

El caos continúa en la ciudad eterna, mientras millones de peregrinos siguen acercándose para despedir al Santo Padre. Muchos de estos fieles peregrinos, que podrían alcanzar los cuatro millones, no podrán cumplir sus deseos de rendir homenaje a Juan Pablo II cuando las puertas de la basílica se cierren esta noche a las 22 horas.

Despliegue de seguridad

La capital italiana desplegó para este momento histórico un impresionante dispositivo de seguridad ante la llegada de los peregrinos y las 200 delegaciones internacionales, encabezadas por los gobernantes más poderosos del mundo, miembros de familias reales y representantes de las jerarquías religiosas de todo el mundo.

Uno de los primeros en pisar suelo italiano fue el presidente estadounidense, George W. Bush, que aterrizó a última hora del miércoles y se dirigió directamente a la capilla ardiente del Papa, en la Basílica de San Pedro. El presidente estadounidense acudió a Roma acompañado por su esposa, Laura, su padre, Bill Clinton y la secretaria de Estado, Condoleezza Rice.

El despliegue de fuerzas seguridad prevé el cierre de todo el espacio aéreo sobre Roma en un radio de 35 millas y su vigilancia por un avión Awacs de la OTAN. Asimismo, se han instalado baterías de misiles antiaéreas Spada en puntos estratégicos y baterías de misiles Hawk de medio alcance en el aeropuerto militar de Pratica di Mare. Entre bomberos, Policía Municipal, Ejército y protección civil, están destacados en la zona entre 10.000 y 15.000 unidades.

También se cuenta con los servicios de tres departamentos especiales, antinuclear, antibacteriológico y químico, así como de un cuerpo especial de artificieros. Dos helicópteros sobrevolarán y vigilarán San Pedro y cuatro cazabombarderos esperan preparados para despegar en caso de urgencia.

Última voluntad de Juan Pablo II

Entretanto, el Vaticano hizo pública la última voluntad del Papa. "Estad alerta, porque no sabéis qué día nuestro Señor vendrá". Así comienza el testamento espiritual del Papa en un documento redactado en polaco y traducido al italiano por el Vaticano. El testamento data del 6 de marzo de 1979, un año después de su nombramiento, y fue revisado y corregido varias veces hasta la última versión del año 2000.

Juan Pablo II confió en todo momento en la ayuda de Dios para saber hasta cuándo continuará el mandato para el que fue asignado en 1978 y pidió al Señor la fuerza necesaria para ello. Tras el jubileo del 2000, el fallecido Pontífice contempló la posibilidad de renunciar al papado.

En cuanto a su funeral, el Papa Wojtyla no descartó en 1982 ser enterrado en Polonia. Sin embargo, en una posterior revisión, delegó esta decisión en el Colegio Cardenalicio. El Pontífice no deja ningún tipo de bienes materiales y pidió asimismo que se quemasen todos sus apuntes privados.

Juan Pablo II pide perdón a todos en su última voluntad y pide también a sus fieles que recen por él. Además dispone en su testamento que su cuerpo sea sepultado en tierra y no en un sarcófago. El fallecido Papa siempre estuvo preparado para la muerte y esta voluntad fue constante en todas las veces que retocó el testamento.