1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Resurge el fantasma de la guerra civil en el Líbano

ERS22 de mayo de 2007

Europa ha condenado con vehemencia el resurgimiento de la violencia en el Líbano, reiterando su respaldo al gobierno de Fuad Siniora. Sin embargo, los combates continúan, en un intrincado y peligroso escenario.

https://p.dw.com/p/AiFx
Las armas vuelven a rugir en el Líbano.Imagen: AP

Las escenas recuerdan vivamente a la guerra civil de 15 años que asoló el Líbano hasta 1990. Dejando al margen la ofensiva israelí del año pasado contra las milicias de Hezbollah, el actual estallido de violencia es el peor que enfrentan los libaneses en mucho tiempo, y hace temer una vez más por la estabilidad del país, cuyo débil gobierno no tiene el control de la situación. La relativa calma de los últimos años, alterada eso sí profundamente por asesinatos políticos como el que acabó con la vida del ex primer ministro Hariri, no tuvo un fundamento sólido, ni podrá tenerlo mientras no hayan sido desarmadas las diversas milicias que operan en territorio libanés.

Libanon Bombenanschlag in Beirut
Atentado en Beirut: imágenes que recuerdan la guerra civil de antaño.Imagen: AP

Impotencia internacional

El desafío no es nuevo. Pero nadie ha podido hasta ahora imponer el desarme: ni la ONU, con sus resoluciones, ni las fuerzas internacionales emplazadas en la región en misión de paz, de las que actualmente forman parte también cerca de 3000 efectivos alemanes, encargados de patrullar la costa libanesa. Lógico resulta que la declaración de la presidencia alemana de la Unión Europea, junto con condenar la violencia y llamar a evitar una escalada, haya hecho hincapié en la necesidad de que el gobierno de Beirut detente el monopolio absoluto de la fuerza en el país.

La realidad es, sin embargo, muy diferente, como lo demuestran los sangrientos últimos días. Decenas de personas han muerto desde el domingo, cuando estallaron los combates entre soldados del débil ejército libanés y el grupo Fatah al Islam, nacido a fines del año pasado. Éste constituye un nuevo ingrediente en el de por sí complejo caldo de intereses enfrentados, sazonado con las influencias exteriores de Damasco y Teherán, que vuelve a entrar en ebullición.

Peligrosa maraña

Cuesta ver con claridad en esta maraña. En esta oportunidad no resulta tan fácil identificar a los protagonistas de la violencia, quedando excluidos los principales sospechosos de siempre: los milicianos de Hezbollah. La milicia chiíta está en el bando contrario y ha condenado los ataques contra el ejército libanés.

Se dice que en las filas de Fatah al Islam habría ciudadanos de distintos países, como Yemen, Sudán, Jordania y Siria. Se dice también que sus móviles son similares a los de Al Qaeda, y hay quienes hablan de que la organización terrorista internacional habría puesto finalmente su bandera en el Líbano. En Beirut, otros acusan a Siria de ser la mano oculta tras el nuevo brote de violencia, lo cual es desmentido con vehemencia por Damasco. Por su parte, los palestinos aseguran no tener relación con lo que está ocurriendo por estos días en territorio libanés, aunque el campo de refugiados palestinos de Naher el Bared se haya convertido en escenario de los más fuertes combates, para desgracia de sus habitantes.