Residentes en Friedland
Familia Al Husary
Abdel Aziz Al Husary era panadero en Damasco y vivía apaciblemente con su familia hasta que la guerra comenzó en Siria y destruyó toda su existencia. Huyó a Líbano con su mujer Wafaa y tres de sus hijos, y llegó a Alemania a través de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Familia Adam
Jebrail y Carolin Adam, asirios cristianos, también llegaron con sus hijos a Friedland a través de un programa humanitario de acogida. Apenas reciben noticias sobre la situación en su país y viven preocupados por sus padres, que aún siguen viviendo en Siria.
Familia Al Habbal
Kinaaz Al Habbal procede de Daraya, cerca de Damasco, y llegó a Friedland con su hija Alaa y su hijo Ahmad. El barrio donde vivían fue destruido por completo. Su mayor preocupación y su mayor deseo es que puedan venir también sus demás hijos, que permanecen en Líbano y Jordania.
Annelie Keil tenía ocho años cuando llegó a Friedland en 1947
Durante su huida de Polonia, el ejército ruso la tomó a ella y a su madre como prisioneras y vivieron experiencias amargas. Entiende perfectamente, porque ella misma lo vivió, lo importante que es un lugar como Friedland para personas que huyen, aunque sólo sea para tomarse un respiro sabiéndose a salvo. Hoy es profesora jubilada entre ellos un comedor para refugiados y solicitantes de asilo.
Detmar Heller
es actualmente empresario en Hesse. En 1947, a los 18 años, llegó a Friedland en estado de inanición, tras haber sido prisionero de los rusos. Recuerda bien su llegada al abarrotado centro. Todo le parecía un sueño. Por fin había personas que se ocupaban de él, atención médica y algo de comer.
Edelgard Grothey
huyó de Prusia Oriental con su abuela siendo una niña y permaneció varios años en Friedland esperando a su padre, que jamás regresó. Cada vez que llegaba un tren de repatriados de Rusia a la estación, pedaleaba a toda velocidad con un ramo de flores, por si esa vez estaba entre los recién llegados.
Sohym Abdulkarem
huyó del infierno del campamento de refugiados palestinos de Yarmouk (Siria) con la ayuda de un traficante de personas. La travesía por el Mar Mediterráneo en un barco hinchable finalizó en una cárcel de la isla de Malta. Cuando recuerda aquellos meses horribles, se le saltan las lágrimas.
Shazad Ahmad Ghuman
de Pakistán, también llegó a Alemania a través de traficantes de personas. En su huida por Turquía y Grecia vivió situaciones dramáticas en las que se vio obligado a abandonar a amigos moribundos.
S.
A los 15 años S. fue obligada a casarse con un hombre mucho mayor que ella en Afganistán. Es feliz de haber hallado en Friedland un lugar para refugiarse junto con sus dos hijas pequeñas.
Martin Steinberg
El pastor del centro, Martin Steinberg, conoce infinidad de historias terribles de refugiados que le piden consejo y ayuda. Los servicios religiosos en la pequeña capilla de Friedland se celebran en alemán y en árabe.
Johanna Heil
Johanna Heil trabaja en Friedland como asesora de Caritas. Su actitud comprensiva y sus conocimientos del idioma árabe la convierten en un gran apoyo para muchos refugiados.
Swetlana Aoul
La educadora Swetlana Aoul creció en una comunidad germanohablante en Siberia. Cuando llegó a Alemania con su familia, todo le parecía extraño. Pero en Friedland conoció al que hoy es su esposo. Está contenta de trabajar en el centro infantil del centro y poder ayudar a adaptarse a los pequeños recién llegados.
R. de Eritrea
La joven eritrea de 19 años R. ha vivido momentos terribles durante su huida a través de Libia y el mar Mediterráneo. Está embarazada y en Friedland espera poder encontrar un futuro mejor en Alemania. Le cuenta su historia a una de las colaboradoras de Friedland.