1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Reino Unido: júbilo y ocaso

25 de enero de 2005

El júbilo británico por el fin de la guerra mitigó el dolor de las pérdidas. Y al ocaso del Imperio Británico siguió un tiempo de reformas sociales e institucionales.

https://p.dw.com/p/6A7j
La catedral de Coventry, destruida por bombardeos alemanes en 1940.Imagen: AP


En el Reino Unido, el fin de la II Guerra Mundial fue recibido con gran alivio por una vitoreante masa humana.A pesar de encontrarse entre los vencedores, los ingleses sabían que su tiempo de potencia mundial llegaba a su fin. El surgimiento del Estado social, impulsado por una nueva concepción de la justicia social, cambiaría en breve la fisonomía de la sociedad británica.

En un comunicado radiofónico a la nación, emitido el 8 de mayo de 1945 desde la Sala del Gabinete de Downing Street, Winston Churchill, el primer ministro británico que había dirigido el país desde mayo de 1940 durante los días más negros de la guerra, anunció la capitulación de Alemania, pero recordó que continuaban las hostilidades con Japón, “que con todas sus artimañas y su codicia” aún no había sido vencido.

El pueblo británico aprovechó la oportunidad para festejar. Multitudes inundaron la plaza de Trafalgar y los alrededores del Palacio de Buckingham, en donde esperaban que la familia real apareciese en escena. El propio Churchill habló a las eufóricas masas desde el balcón del ministerio de Salud. Las festividades duraron toda la noche. Al día siguiente comenzó a vislumbrarse lo que verdaderamente significaba el fin de la guerra.

Una guerra “buena” mitiga las pérdidas

Durante la guerra, los británicos acusaron graves pérdidas: 270.000 soldados y 60.000 civiles murieron, principalmente durante los bombardeos de las ciudades británicas. Con todo, la cantidad de víctimas fue mucho menor que en la Primera Guerra Mundial, y surgió un sentimiento de orgullo y de tarea cumplida a cabalidad –o lo que es más importante– de haber cumplido con una deuda de honor. Y ese sentimiento mitigó el dolor de las pérdidas e hizo más fácil la transición a la paz, explica Richard Overy, catedrático de Historia en la Universidad de Exeter y autor del libro Por qué los aliados ganaron la Segunda Guerra Mundial.

El catedrático Paul Addison, director del Centro de Investigaciones de la Segunda Guerra Mundial en la Universidad de Edinburgo y autor de The Road to 1945, concuerda con la opinión de Overy y la apuntala haciendo referencia a un discurso de Churchill pronunciado en mayo de 1945 ante la Cámara Baja británica, calificándo a los británicos de "decentes": "We are a very decent lot in this country".

El fin de un imperio

Mientras que la victoria llenaba de orgullo al pueblo británico y fortalecía tanto la identidad nacional como la unidad entre Inglaterra, Escocia y Gales, la realidad de una Gran Bretaña con un menguado poder imperial no tardó en irrumpir.

“La guerra puso de manifiesto las debilidades el imperio británico”, explica Overy y puntualiza: “Fue un momento de triunfo, y después la decadencia”. Sólo dos años más tarde, India consiguió su independencia y diez después, Gran Bretaña se retiraba de África.

Aunque en ese entonces no era tan evidente, el lugar del Imperio Británico como potencia mundial lo asumían Estados Unidos y la Unión Soviética. Para el comienzo de la Guerra Fría, Gran Bretaña estaba relegada a la sombra.

Necesidad de justicia social

Si factores geopolíticos causaron el fin del imperio británico, el cambio que se llevaba a cabo en la nación debilitó cualquier intención de conservarlo. El severo racionamiento y el sufrimiento común durante todos esos años contribuyeron a forjar el sentimiento de que se necesitaba una sociedad igualitaria: todos tenían derecho a su "parte proporcional".

Después del fin de la guerra, la mayoría del pueblo británico quiso ver convertido este nuevo sentimiento común en una nueva política social, que comprendiera tanto un sistema de seguridad social como red nacional de salud. Winston Churchill tuvo entonces que despedirse inesperadamente, pues su Gobierno conservador había sido reemplazado por la abrumadora victoria del partido Laborista de julio de 1945, apenas a dos meses del día de la "Victoria en Europa".

Ni antes ni después hubo tiempos tan radicales en Gran Bretaña, explican los analistas. En 1946 se introdujo el sistema estatal de salud y seguro social. Y una década más tarde se había nacionalizado el 20 por ciento de la industria nacional.

Un firme euroescepticismo

Fue la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias lo que generó en los británicos una cierta tendencia al aislamiento y también al euroescepticismo. Comparadas con las propias, de las cuales se sentían orgullosos, las instituciones de Europa continental se les antojaban muy inestables. Según algunos historiadores, esto llevó a que la Europa continental fuera vista con temor y representara para los británicos más bien una amenaza.

Al mismo tiempo, sin embargo, crecía entre los políticos británicos la conciencia de que había que abrirse a Europa, para evitar potenciales crisis futuras. Por ello, años más tarde, Gran Bretaña se convirtió en miembro de la Unión Europea, si bien desconfiado y reticente: una posición que, en opinión de algunos, no ha cambiado mucho hasta el día de hoy.