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Rebeldes evacuan mezquita de Nayaf

Emilia Rojas28 de agosto de 2004

La calma regresa a Nayaf, luego de que los seguidores del líder chiíta Moqtada el Sadr depusieran su resistencia de semanas y comenzaran a entregar sus armas. El mérito corresponde al gran ayatolá Ali al Sistani.

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La mezquita del Imán Ali, en Nayaf.Imagen: AP

Uno de los más explosivos polvorines de Irak parece haber sido desactivado a tiempo para evitar una masacre de marca mayor. Grande fue pues el alivio, también a nivel internacional, por el término de los combates en Nayaf. El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, aplaudió el cese del fuego, manifestando la esperanza de que con ello se abra paso a un proceso más pacífico en Irak.

Los méritos de Al Sistani

Aunque la violencia siga a la orden del día en otros puntos del país, la salida de los rebeldes chiítas de la mezquita del Imán Ali constituye, de momento, el mayor éxito en los esfuerzos por estabilizar la situación en esta convulsionada etapa de postguerra. Ese éxito, sin embargo, no corresponde a las autoridades del gobierno de Bagdad, ni menos a las fuerzas de ocupación estadounidenses. El mérito se lo lleva el ayatolá Ali al Sistani, máximo líder de los chiítas iraquíes.

Großajatollah Ali el Sistani
El gran ayatolá Ali Al-Sistani, máximo líder de los chiítas iraquíes.Imagen: AP

Fue él quien consiguió negociar con el rebelde Moqtada el Sadr el desarme de sus milicias y la retirada de las tropas estadounidenses de la ciudad, que tiene especial valor simbólico por ser un lugar de peregrinación para los chiítas iraquíes. Al Sistani no es precisamente un admirador de la política de Washington. Sin embargo, consciente de que la situación podía derivar en masacre y sabotear a fondo el incipiente proceso de democratización, terció para evitar una escalada mayor.

El proceso iraquí

El gran ayatolá se erige así como una figura clave en Irak. Afortunadamente para Washington, no se cuenta entre sus metas la de crear un estado teocrático al estilo iraní. Eso no quita que probablemente echará todo su peso en la balanza a la hora de defender los intereses de los chiítas, que representan la mayoría de la población de Irak. El primer ministro Iyad Allawi tendrá que tomarlo en cuenta. Porque sin su mediación, otro podía haber sido el desenlace de este capítulo.

Por lo pronto, Joschka Fischer señaló que la comunidad internacional debe hacer todo lo posible por respaldar el cumplimiento de los acuerdos de Nayaf. Ello resulta tanto más necesario, considerando que no hubo realmente una definición de fondo y que el polvorín podría volver a activarse rápidamente. Evitarlo será fundamental para el desarrollo del proceso iraquí que, como reconoció el propio presidente estadounidense, George Bush, no ha seguido precisamente el curso que Washington calculaba.