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¿Quién le teme a Lula?

9 de octubre de 2002

En el cuarto intento, el avance del líder del Partido de los Trabajadores de Brasil hacia la presidencia parece incontenible y mantiene en vilo a los mercados financieros, aunque el candidato ha moderado su discurso.

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Lula ha dejado de ser el "terror" del empresariado brasileño.Imagen: AP

La esfera política guarda discreto silencio en Europa, como corresponde. Pero los círculos económicos no ocultan su inquietud ante el desenlace de las elecciones presidenciales brasileñas. Desde hace días, la prensa europea considera un hecho la victoria de Luis Ignacio da Silva, con o sin necesidad de segunda vuelta, basándose en los sondeos de opinión que lo sitúan a más de 20 puntos de ventaja de su más cercano competidor, el socialdemócrata José Serra. Por su parte, los analistas financieros no cesaban de elaborar estudios y hacer cálculos, tratando de prever los escenarios que podrían hacerse realidad con el legendario Lula como presidente de Brasil.

Profecías fatalistas

Las profecías fatalistas no han faltado. Por ejemplo, el magnate financiero George Soros advirtió más de una vez que si llega a la jefatura de estado una figura que desaprueben los mercados, los intereses subirán y Brasil caerá en la bancarrota. Hay otras visiones menos tremendistas, como la del encargado de la sección latinoamericana de la sociedad gestora de fondos de inversión DWS, Rainer Vermehren, quien teme, sin embargo, que Lula admita un incremento de la inflación y presione al banco central para que reduzca los intereses.

Las inquietudes siguen vigentes, pese a que el candidato del Partido de los Trabajadores aceptó las condiciones dictadas por el Fondo Monetario Internacional para la concesión del millonario crédito que lanzó como salvavidas al Brasil. Tampoco han calmado definitivamente a los entendidos extranjeros las palabras del presidente del instituto emisor brasileño, Arminio Fraga, quien aseguró en una entrevista recientemente concedida a la edición alemana del Financial Times que "todos los candidatos claves se han comprometido a respetar los principios de un política fiscal y monetaria responsable".

El "calibre" de Brasil

El nerviosismo es evidente, por las dimensiones de la ahora magullada economía Brasileña y el efecto que podría tener un colapso mucho más allá de sus fronteras. "En comparación, las elecciones alemanas fueron prácticamente una nimiedad para los corredores de bolsa", indicó al periódico berlinés Die Welt un estratega del grupo bancario ABN Amro.

En este contexto, hizo notar que "Brasil tiene otro calibre que Argentina", ya que en la pasada década los consorcios internacionales invirtieron unos 150 mil millones de dólares allí, y los inversionistas adquirieron bonos estatales brasileños por más de 200 mil millones de dólares. En consecuencia, los expertos temen que un descalabro pueda ocasionar una gigantesca fuga de capitales y poner en entredicho la suerte de todos los mercados emergentes.

Lula "light"

Pero hay también quienes advierten que no hay motivo para ponerse a temblar. Tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial se muestran tranquilos ante el desenlace de los comicios. Y los propios empresarios brasileños parecen haber perdido el miedo al dirigente izquierdista, que se encamina con paso seguro a la presidencia. Lula ya no es el "terror del empresariado" y ha moderado enormemente sus planteamientos. No sólo abandonó la retórica encendidamente anticapitalista de otros tiempos, adoptando un evidente pragmatismo, sino que ha logrado entendimientos con sectores conservadores que antes combatía sin cuartel. Como para despejar cualquier duda, nombró incluso como candidato a la vicepresidencia a José Alencar, un acaudalado empresario.

Tan manifiesta ha sido la evolución de Lula que de hecho comienzan a cundir temores de signo contrario: sus seguidores de siempre tienen miedo de que el eterno candidato presidencial, llegado a la meta, pacte demasiado con el sistema y pierda su orientación original. Algunos hablan ya de la versión "light" de Lula, que abandonó el rincón de la izquierda para instalarse en el centro político. Pero, a juzgar por la adhesión conquistada, la estrategia ha resultado fructífera.