Cuando Rusia atacó Kiev con bombas, Tanya y su marido Dima abandonaron la ciudad y su propio apartamento con una mochila y una bolsa como único equipaje. Unos días más tarde, con el corazón destrozado, decide marcharse del país sin su marido para estar por fin a salvo. Los hombres tienen prohibido salir de Ucrania. A pesar de los esfuerzos de Tanya por convencerlos, sus padres y su abuela se niegan a abandonar su país de origen una vez más y se quedan en el pequeño piso, en un área donde se recrudecen los bombardeos. Tanya recuerda su vida despreocupada en Kiev: su apartamento, el balcón soleado, las fiestas con los amigos, los domingos con su familia. Aunque en Alemania está segura, se preocupa por su familia, especialmente por su querida abuela, de la que lleva el nombre. Intenta forzar a los políticos a actuar para salvar a su país, Ucrania, y habla en una manifestación frente a la Puerta de Brandeburgo en Berlín. "¡Devuélvanme mi vida!", se lee en su pancarta. Y así expresa lo que sienten millones de ucranianos.