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Igualdad de derechosTayikistán

Poligamia: estrategia de supervivencia para mujeres tayikas

Madina Schogunbekowa
17 de agosto de 2023

En Tayikistán, cada vez más mujeres contraen matrimonio con polígamos. Una mirada al trasfondo social, cultural y económico de esta tendencia.

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Una novia, junto a un hombre y una mujer joven, en una clale.
Una novia en Tayikistán.Imagen: Yegor Aleyev/ITAR-TASS/IMAGO

Desde hace algunos años, se sellan cada vez más matrimonios polígamos en Tayikistán. Esto tiene relación con la creciente influencia de la religión en la sociedad y también con la masiva emigración de hombres jóvenes al extranjero, debido a los altos niveles de pobreza en el país. De acuerdo con un estudio del instituto privado ruso de Estudios Centroasiáticos, casi un millón de los nueve millones de ciudadanos tayikos trabaja en el exterior, y cerca de un 70 por ciento de las familias tayikas vive de sus remesas.

Ese es uno de los motivos por los que muchas mujeres separadas apoyan el derecho de los hombres a tener varias esposas. Ven en esa práctica la única posibilidad de conseguir seguridad económica para ellas y sus hijos. Los matrimonios polígamos suelen tener lugar, sobre todo, con hombres de ingresos altos o medios. El Estado no reconoce en realidad la poligamia, pero, de acuerdo con la sharía, los musulmanes pueden tener varias mujeres. Esos matrimonios son consagrados por un mulá, sin ser registrados oficialmente.

Los motivos de las mujeres

La psicóloga feminista Firuza Mirzoyeva, de la organización tayika Public Health and Human Rights, menciona varias razones por las que esa práctica está tan extendida. Explica que algunas mujeres la aceptan para mejorar su situación social. "La sociedad tiene una actitud negativa hacia mujeres solteras o divorciadas, y las considera ‘solteronas'. Incluso si una mujer es exitosa e independiente, eso no está bien visto por la sociedad”, indica. Pero también hay aspectos materiales: para muchas mujeres, sobre todo de áreas rurales, que no tienen siquiera educación escolar, es una posibilidad de supervivencia financiera.

Al terminar el noveno año de escuela, sus padres casaron a Amina. Solo sabía de él que era dos años mayor que ella. Vivieron juntos en la casa de los padres de él, pero, dos meses más tarde, el marido se marchó a Rusia a trabajar.

"Al principio, venía una vez al año y se quedaba un mes. Después ya no volvió. Finalmente, supe que se había casado por segunda vez y que vivía con su nueva familia. Entonces decidí dejarlo, porque ya no me quería a mí ni a nuestros hijos”, relata. Los padres del marido no le permitieron llevarse a sus tres hijos, porque Amina no tenía los recursos financieros necesarios. Pero ella los visita con frecuencias hasta hoy en día.

Como Amina no quería vivir sola y en la pobreza, accedió a convertirse en la tercera esposa de un hombre de 46 años. El le compró una vivienda y un auto, y, después de un tiempo, la ayudó también a fundar su propia empresa. Ahora, Amina tiene un salón de belleza y un negocio de ropa. Y dice que está feliz con los cuidados que le brinda su segundo marido.

Tradiciones y cultura

Manizha se casó a los 19 años y se separó cuatro meses después, debido a conflictos con su suegra. "Así son las tradiciones: cuando uno se ha separado, solo puede ser segunda esposa, el destino no le deja otra opción. La familia y la sociedad, desgraciadamente, ya no me aceptan”, dice.

Después de su separación, no quiso aceptar algunas ofertas para ser segunda o tercera esposa. "Pero, debido a mi situación económica y porque no tenía vivienda, tuve que considerar las propuestas”, admite.

Poco después se convirtió en la segunda esposa de un funcionario del lugar. "Por suerte es muy joven, tiene solo 27 años”, subraya Manizha. "Ser segunda esposa es mi propia decisión. Nadie me obligó. De momento estoy muy contenta de que haya alguien en mi vida que se ocupa de mí. No se puede contravenir la tradición ni la cultura, hay que tomar la vida como es, y agradecer a Alá por todo lo que me ha dado”, afirma.

Ser la segunda o tercera esposa conlleva, sin embargo, tener derechos limitados y una situación de inseguridad social. Porque, sin un registro oficial del matrimonio, las mujeres "no tienen protección legal ni pueden hacer valer derechos de propiedad”, hace notar Firuza Mirzoyeva. Y agrega que, si de esas uniones nacen hijos y son inscritos con el nombre del padre, solo ellos pueden contar con algún respaldo financiero.

(ers/cp)