De Lisboa a Berlín
1 de septiembre de 2011Publicidad
Asumió la jefatura del Gobierno en junio de 2011, durante uno de los peores momentos financieros de las últimas décadas para Portugal, y el que hacía hoy era uno de los viajes más destacados desde entonces: Pedro Passos Coelho se encontraba en el lugar –Berlín- y con la persona –la canciller alemana, Angela Merkel- donde y con quién se decide una parte importante del futuro económico de su país.
No a los “bonos europeos”
En la eurozona, entenderse con la canciller es, por lo tanto, fundamental. E inevitable. Una suerte que el primer ministro de Portugal encuentre con ella tantos puntos en común. En la visita que hacía este jueves (01.09.2011) a la capital germana, Passos Coelho rechazó la emisión de deuda conjunta para la zona euro, medida que reclaman algunos de sus colegas, aludiendo que “no es la solución a los actuales problemas”.
Tampoco Merkel cree en los “bonos europeos”. Si bien la mandataria alemana reconoce que con ellos los tipos que cada país paga por su deuda se unificarían (uno de los principales problemas de los Estados en aprietos es que su pérdida de credibilidad hace que la prima de riesgo se dispare y la deuda se encarezca), al mismo tiempo, volvió a repetir la democratacristiana, llevarían a que “ya no les quedase absolutamente ningún incentivo para mejorar la productividad”.
Sí a limitar el déficit
“No veo ninguna razón por la cual Portugal no debería introducir tal cláusula en su Constitución”, declaró Passos Coelho en Berlín. Con toda seguridad, las palabras fueron del agrado de Merkel. Pero si el dirigente luso quiere una lista de motivos en contra de dicho paso, no tiene más que pedírsela a su vecino José Luís Rodríguez Zapatero.
El presidente del Gobierno español anunció que en el poco tiempo que queda antes de las elecciones anticipadas del próximo 20 de noviembre modificará la Carta Magna para establecer en el 0,4% del PIB el déficit máximo que puede asumir el Estado, y la lluvia de críticas ha sido tal que se ha acabado insinuando que la idea no es propia, sino que fue la contrapartida establecida a cambio de que el Banco Central Europeo aceptara a principios de agosto comprar deuda pública española y reducir con ello la presión que los mercados estaban ejerciendo sobre el país.
Pero la posibilidad de que le sople un viento en contra similar al que está viviendo su homólogo hispano no parece preocupar a Passos Coelho. El luso quiso transmitir confianza en tierra alemana y aseguró además que su país superará las dificultades presupuestarias y adoptará “medidas muy ambiciosas”. “Tenemos que abrir más nuestra economía”, dijo, lo que con toda probabilidad gustó igualmente a Merkel: las empresas germanas esperan para poder tomar parte en el proceso de privatizaciones que el país Atlántico va a poner en marcha. Los inversores, afirmó Passos Coelho, son bienvenidos.
Luna Bolívar/ dpa/ afpd
Editora: Claudia Herrera Pahl
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