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Opinión: Trump, Assad y el derecho internacional

14 de abril de 2017

El ataque estadounidense contra una base aérea siria fue una violación al derecho internacional. Por esta razón debe ser condenado, opina Kersten Knipp. Si se lo acepta, sería el comienzo de muchas más injusticias.

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Syrien Luftwaffenstützpunkt Shairat nach US-Angriff
Imagen: picture-alliance/Sputnik/M. Voskresenskiy

Bombas de barril, cámaras de tortura y además, aparentemente, gas tóxico: desde hace años, el régimen de Bashar al Assad está violentando a los sirios y es responsable de crímenes de guerra graves. Es difícil entender que, después de más de seis años sin inhibirse para emplear violencia, siga en el poder. 

Pero causa más impresión que no se le pueda controlar por medio del derecho internacional, como se pudo ver de nuevo después del ataque ordenado por Trump contra una base aérea siria. La gran mayoría de los especialistas en derecho internacional considera este ataque como una violación al derecho internacional. Moralmente, el ataque de Estados Unidos puede ser comprensible. Pero desde el derecho internacional, no lo es.

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Ante ello surgen interrogantes: ¿para qué sirve y a quién beneficia esta ley de derecho internacional? Si no se puede impedir que un crimen contra su propio pueblo quede sin castigo: ¿no se le abre cínicamente la puerta a un abuso? ¿o quizá lo tratan de encubrir?

Defectos de la ley

Knipp Kersten Kommentarbild App
Kersten Knipp, periodista de DW.

El problema del derecho internacional - como el de cualquier otra ley - es principalmente su imperfección. Este derecho es el resultado de acuerdos legales a nivel internacional, producto de numerosos pactos y convenios en constante renovación. Se basa en los compromisos de aquellos que participan en los procesos de negociación y legalización. Esto significa también que en el derecho internacional se incorporan ideas muy diferentes, y a veces contradictorias.

A pesar de sus debilidades, el derecho internacional ha obtenido grandes logros. Aparte de excepciones dolorosas, ha contribuido de manera decisiva a combatir a la ley del más fuerte. En este aspecto, se introdujo por unanimidad que los conflictos se regulen legalmente reconociendo normas en común. Algo que es respetado por la mayoría de los Estados.

Muy pocos quieren ser vistos como incumplidores. Uno de los que no respeta el acuerdo es el régimen de Assad en Damasco.

La evasión de la norma

Sin embargo, hubiera sido también positivo respetar las normas del derecho internacional en el reciente caso. Lo cierto es que el ataque ordenado por Trump fue menor en comparación a los crímenes que comete todos los días el régimen de Assad. No obstante, viola las normas. Esto no fue un acto de autodefensa, ni tampoco Trump tenía un mandato de la ONU.

¿Qué tan peligroso es esta violación de la norma?. La respuesta la sabemos por casos recientes. Allí están la intervención de Estados Unidos en Irak en 2003 y la anexión de Crimea a Rusia en 2014. En ambos casos se demuestra que donde se viola el derecho internacional, se aplica de nuevo la ley del más fuerte. Excusas y justificaciones que se dieron también en estos dos casos y que no son más que un intento para intentar restablecer esta ley de fuerza arcaica. Si esto ocurre, la sociedad mundial se mina el camino a sí misma.

El derecho internacional no es un tratado de mundos ideales. Al contrario, es el intento de hacer un poco más predecible y estable la poca realidad ideal. Si nos rendimos en ese intento, la barbarie de Assad es sólo el comienzo de una nueva tragedia a escala global. Y eso es lo que está evitando, hasta ahora, el derecho internacional.

Para aprender: aquí puede Usted puede leer la versión original de este editorial, en alemán.