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Opinión: ¿Qué queda de Shimon Peres?

30 de septiembre de 2016

Sin lugar a dudas, fue un gran hombre de Estado. Más difícil de responder es si alguna de sus políticas acabará siendo determinante en el futuro de Israel o de sus países vecinos, dice Torsten Teichmann.

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Portrait Shimon Peres
Imagen: picture-alliance/AP Photo/S. Scheiner

No tiene sentido lidiar con el pasado, dijo Shimon Peres en una ocasión ante invitados alemanes. Ahora, tras su muerte, todo el mundo echa la vista atrás y se pregunta: ¿qué queda de su vida? ¿Cuáles son los logros del expresidente?

Un gran éxito fue, desde luego, que a principios de la década de los 1990 entendiera que la única forma de conseguir que Israel viva en una paz duradera es logrando equilibrio en la región. Una reconciliación con sus ciudadanos árabes y con los palestinos de Gaza y Cisjordania. Se dio cuenta de que las negociaciones secretas entre israelíes y palestinos en Oslo, además de garantizar la dignidad de ambas partes, se convirtieron en una forma de escapar a décadas de conflictos violentos. Esta es la fotografía del Nobel de la Paz y del hombre de Estado que permanecerá en la memoria de Occidente.

Un hombre con múltiples caras

Pero también hay otras dos formas de recordar a Peres. Y esas otras facetas no son del agrado de todos. La izquierda israelí lo acusa de haber sido uno de los auspiciadores de los asentamientos de judíos israelíes en Cisjordania, Gaza y el Sinaí que, violando el derecho internacional, comenzaron a producirse a partir de 1967, una vez finalizada la Guerra de los Seis Días. Por motivos políticos, Peres también apoyó la creación del movimiento de los asentamientos Gush Emunim, un nacionalismo religioso muy peligroso en Israel. Él apoyó a las personas que más tarde lo acusaron de haber puesto en peligro la seguridad del país y el proyecto de los asentamientos con los Acuerdos de Oslo.

Deutschland Bayerischer Rundfunk Torsten Teichmann
Torsten Teichmann dirige los estudios de ARD en Tel Aviv.Imagen: BR/Theresa Högner

Independientemente del espectro político, la lista de críticas derivadas de sus decisiones podría continuar sin fin. Ya sea porque apoyó la Guerra del Sinaí en 1956 o por su oposición al bombardeo del reactor nuclear iraquí en 1981. También se le puede criticar que respaldara la retirada de las tropas israelíes del Líbano o que fuera quien tomó la decisión de bombardear la también libanesa ciudad de Qana en 1996, un episodio en el que murieron más de 100 civiles.

La carrera política de Peres duró más de 70 años, pasó por tiempos difíciles y por todo lo que uno se puede imaginar. La pregunta que se hace todo el mundo ahora es difícil de responder: ¿qué queda de Shimon Peres? Yossi Beilin, uno de los arquitectos israelíes de los Acuerdos de Oslo, sospecha que Peres habría valorado como un éxito el programa nuclear y el reactor Dimona. Peres se veía a sí mismo como "Míster Seguridad” y no como "Míster Solución Dos Estados”.

El camino de vuelta está bloqueado

El problema es que hoy en día no se puede aplicar aquello en lo que creía Peres en 1993, de que la seguridad de Israel depende de la seguridad de sus vecinos. Que una vida digna para todos es posible si la construimos juntos. Los líderes de la comunidad internacional han venido a Jerusalén para despedirse de Shimon Peres. De aquel hombre que, con o sin razón, siempre mantuvo la esperanza en el diálogo, en la confianza y en el equilibrio entre los partidos en conflicto en Oriente Próximo.