Operación Rosengarten: el búnker secreto del gobierno alemán
28 de febrero de 2008Su construcción fue uno de los secretos mejor guardados del gobierno de Bonn. Las entradas del búnker pensado para albergar a su cúpula en el caso de una guerra atómica estaban camufladas por plantas y árboles. Ubicado a distancia prudencial de la antigua capital de la República Federal de Alemania, en la región rural del Eifel, cerca de una pequeña y pintoresca población de construcciones de entramado de madera, el Regierungsbunker en Alt-Ahrweiler era el sitio al que había que llegar tan pronto se recibiera el comando de ¡abandonar Bonn!, lo más rápido posible.
En un socavón que llegó a extenderse 19 kilómetros bajo los viñedos del valle del Ahr se inaugura el 1 de marzo un centro de documentación. Su objetivo es mostrarle al visitante su historia y parte de lo que queda del Regierungsbunker, que fue construido entre 1960 y 1972 –a unos 100 metros bajo la montaña- y debía albergar a la cúpula del gobierno y a sus allegados. Unas 3000 personas. El antiguo helipuerto es el aparcamiento. Un grueso muro de cemento esconde la entrada al túnel, y forma una de las paredes del edificio construido especialmente para el Museo.
Un socavón versátil
En la I Guerra Mundial, se pensó utilizar las galerías de esta antigua mina para construir una línea férrea estratégica que condujera a Francia. El proyecto nunca fue terminado. En la II Guerra Mundial, prisioneros de los campos de concentración nacionalsocialistas fueron obligados a trabajar allí en la construcción de cohetes y repuestos para tanques.
Operación Rosengarten
“En un ataque nuclear durante la Guerra Fría, la entonces capital germana hubiese sido uno de los objetivos principales”, explica Jörg Diester, autor de Acta secreta búnker del gobierno, libro para el cual revisó las 20.000 páginas de los archivos que puso a disposición el Gobierno de Berlín en 2005.
Editada para la inauguración del Museo, la obra cuenta con detalle la operación Rosengarten, Jardín de Rosas, una de las más secretas de Alemania, por décadas. Hasta las esferas políticas más altas se escondió, tapó y calló la existencia de este búnker atómico. Los protocolos del gabinete eran alterados posteriormente para camuflar los 2.400 millones de euros que se gastaron en su construcción, de cuya existencia ni siquiera los primeros ministros debían saber nada. La inversión más grande de la historia de la alemana era una ciudad subterránea: 900 dormitorios, cocinas y grandes comedores, salas de conferencias, una central de comunicación, talleres y salas de calefacción y ventilación.
Sobrevivir la guerra nuclear
En 1997, el búnker fue definitivamente clausurado. De sus habitaciones originales el visitante podrá ver parte del consultorio dental, la habitación del Canciller o las instalaciones sanitarias. También una oficina original –con teléfonos de aquel tiempo, aparatos de télex y dictáfonos. Sólo 200 metros puede adentrarse el visitante; el resto lo debe imaginar con ayuda de las fotos y el material que se presenta en la exposición. Las máscaras de oxígeno le recuerdan el propósito de este búnker: que el Gobierno alemán siguiera activo cuando hubiese estallado la guerra nuclear.