Obama y Merkel: cordialidad sin excesos
7 de noviembre de 2012La actitud de los alemanes hacia la política estadounidense es ambivalente. Por un lado, hay muchos aspectos que se critican, y no solamente desde que comenzó a funcionar Guantánamo, sino ya desde mucho antes. Por el otro lado, se tiene muy en cuenta la atención de la que es objeto Alemania por parte de su socio transatlántico, una valoración que, de acuerdo con cada vez más observadores, deja bastante que desear. Sin embargo, hechos reales constatan que las relaciones entre ambos países gozan de buena salud.
Salta a la vista el contraste entre Obama y su antecesor, George W. Bush, especialmente si se tiene en cuenta la fotografía en la que éste le masajea los hombros a Merkel, una imagen nunca vista durante la presidencia de Barack Obama. Más allá de que la canciller se haya sentido bastante incómoda ante semejante actitud de parte de Bush, ese gesto de una supuesta cercanía tenía una motivación política. Por un lado, el conservador estadounidense estaba impresionado con la carrera de Angela Merkel, que creció en un sistema comunista y supo aprovechar la libertad conquistada para escalar posiciones en el ámbito político. Por el otro, Merkel era la sucesora de Gerhard Schröder, que no había ahorrado críticas a la guerra de Bush en Irak.
Obama: ¿enojado con Merkel?
Cuando Obama era candidato a la presidencia de EE. UU. decidió pronunciar un discurso en Berlín, con el cual se aseguraría, supuestamente, un cierto brillo que podría influir en su ingreso a la Casa Blanca. Su equipo coqueteaba con una aparición ante la Puerta de Brandenburgo, pero a Obama se le asignó un lugar junto a la Columna de la Victoria, desde la cual se puede ver la Puerta de Brandenburgo a cierta distancia, algo que, según rumores, le cayó muy mal al entonces candidato a presidente. Sin embargo, su discurso en Berlín fue muy celebrado en Alemania y tuvo también un efecto positivo en EE. UU.
Luego de la elección de Barack Obama, Angela Merkel se ocupó inmediatamente de sentar las bases para unas buenas relaciones, y Obama viajó a Alemania en junio de 2009, pocos meses después de haber tomado posesión de su cargo. El foco central de ese viaje fue la visita al monumento a las víctimas del Holocausto en el excampo de concentración de Buchenwald, en cuya liberación de los nazis, en 1945, había participado un bisabuelo de Obama. En esa estadía, Obama y Merkel tuvieron la oportunidad de conocerse mejor. El presidente calificó a la canciller de “amiga” y elogió su “análisis inteligente y su claridad de expresión”.
Muchas visitas, pero ninguna oficial
Obama y Merkel se encontraron en varias oportunidades, como por ejemplo durante cumbres de la OTAN y del G8, entre otras, y Merkel viajó en diversas oportunidades a Washington. En junio de 2011, el presidente de EE. UU. le otorgó a la canciller alemana la Medalla de la Libertad, el galardón civil más importante de ese país, y agasajó a Angela Merkel con una cena oficial en el jardín de la Casa Blanca, posteriormente a la cual el Washington Post tituló “It's Angela and Barack now”, aludiendo a que ambos comenzaron a tutearse a partir de entonces.
A pesar de la notoriedad de esos acercamientos, los rumores sobre la distancia y la frialdad de las relaciones Alemania-EE. UU. continuaban, por ejemplo, basándose en que el presidente estadounidense había dejado de lado a Alemania favoreciendo con su visita a países como Irlanda, Gran Bretaña o Polonia durante una cumbre del G8 en Deauville, Francia. Según especulaciones, eso se debió a que Alemania se abstuvo de votar en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre brindar ayuda militar a los rebeldes en Libia. Sin embargo, en realidad el viaje de Obama había sido planeado con mucha anterioridad a la votación en la ONU, y no se incluyó una visita a Berlín porque ya estaba previsto que ambos mandatarios se reunirían poco después en Washington.
El foco ya no está puesto en Alemania
El hecho de que Barack Obama nunca haya realizado una visita oficial a Berlín sigue estando sobre el tapete, y denota que Alemania ya no ocupa el centro de atención de EE. UU., como en la época de los conflictos entre el Este y el Oeste, y, más tarde, durante la euforia de la reunificación alemana.
La labor conjunta de ambos países es, empero, eficiente y, en la mayoría de los casos, silenciosa, ya sea en Afganistán o en el contexto político de Cercano Oriente. Allí donde los intereses difieren, como, por ejemplo, en lo referente al ingreso de Turquía a la Unión Europea, las distintas posiciones son tenidas en cuenta. También hay claros esfuerzos por allanar diferencias en temas económicos de manera constructiva.
Durante el duelo televisivo de Obama del 22 de octubre de 2012 con su rival republicano, Mitt Romney, ni Alemania ni Europa jugaron un papel importante, ni entre los contrincantes ni en las preguntas que planteó el público. Algo que muestra a las claras que a los estadounidenses les interesan más otros temas, como, por ejemplo, saber cuál será el futuro de su propio país.
Autor: Peter Stützle/ Cristina Papaleo
Editor: Enrique López