Sociedad
Noruega: Los extremistas no son bienvenidos
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Krekar lleva diez años enfrentándose a la deportación porque se lo considera un peligro para la seguridad nacional. No obstante, de acuerdo con el derecho internacional, no puede ser devuelto a Irak porque sería objeto de tortura y, posiblemente, le aplicarían la pena de muerte. El gobierno noruego lo va a enviar a Kyrksäteröra, un recóndito pueblo al suroeste de Trondheim. allí permanecerá hasta que se pueda llevar a cabo la deportación. Los habitantes del pueblo no están nada entusiasmados con la idea, y menos aún los casi 200 solicitantes de asilo, que ya se sienten bien integrados en la región.