Monumentos conmemorativos judíos en Berlín
Han pasado más de ocho décadas, pero el Holocausto no se olvida. En Berlín, monumentos de pequeña y gran escala traen a la memoria los crímenes del nacionalsocialismo contra la población judía de Alemania.
Recordando el Holocausto
En el corazón de la capital alemana, un opresivo bosque de piedras grises concebido por el arquitecto neoyorquino Peter Eisenmann le recuerda a los visitantes que seis millones de judíos fueron asesinados sistemáticamente en Europa por los nacionalsocialistas alemanes y sus aliados. El monumento está compuesto por casi tres mil bloques de diferentes tamaños.
Stolpersteine
“Stolpersteine” es la obra más conocida de Gunter Demnig y el monumento conmemorativo descentralizado más grande del mundo. Desde 1996, el colonés fabrica bloques de bronce de un tamaño similar al de los adoquines con que están cubiertas muchas calles alemanas. Luego los empotra en las aceras, frente a los edificios donde solían vivir judíos deportados hacia los campos de concentración.
La sede de la Conferencia de Wannsee
El 20 de enero de 1942, quince funcionarios de alto rango del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) se reunieron en esta mansión para organizar el asesinato sistemático de los judíos europeos. El proyecto fue denominado “La solución final de la cuestión judía”. Hoy, el edificio sirve para recordar las dimensiones inimaginables del genocidio allí orquestado.
El andén 17
En la estación de trenes de Grunewald es usual encontrar rosas blancas en el borde del andén 17 que le rinden tributo a los más de 50.000 judíos berlineses que fueron enviados desde allí a los campos de concentración. Sus datos más importantes fueron grabados en 186 placas de acero. El primer tren partió en octubre de 1941 hacia el gueto de Lodz y el último, en enero de 1945 hacia Sachsenhausen.
El taller para ciegos de Otto Weidt
Die Hackeschen Höfe tienen alto valor turístico por su belleza arquitectónica y por su historia. En ese laberinto de edificios y patios solían vivir y trabajar muchos judíos. En su fábrica de cepillos, el empresario alemán Otto Weidt contrató a numerosos judíos ciegos y sordos, salvándolos así de ser deportados por los nazis hacia campos de concentración. Esa fábrica es hoy un museo.
Hausvogteiplatz
Aquí latía el corazón de la industria de la moda berlinesa. Un momumento conformado por espejos muy altos trae a la memoria el destino de los diseñadores y estilistas judíos que concebían prendas de vestir desde la Hausvogteiplatz para toda Europa. Los nacionalsocialistas los expropiaron y pusieron sus firmas en manos de “arios”. Los edificios fueron destruidos completamente durante la guerra.
“La habitación abandonada” en Koppenplatz
Unos 173.000 judíos vivían en Berlín antes del Hoocausto. Después de la guerra sólo quedaron 9.000. El monumento “La habitación abandonada” fue erigido en el vecindario de Koppenplatz para rendirle tributo a los judíos que, sin advertencia previa, fueron sacados de sus casas para nunca regresar.
El Museo Judío
El arquitecto Daniel Libeskind dotó al Museo Judío con una estructura dramática: visto desde el cielo, el edificio tiene el aspecto de una estrella de David destrozada. Esta institución –que se esmera en celebrar la cultura hebrea y trascender sus horas bajas durante la hegemonía nazi– pasa revista a la historia de Alemania y su relación con su población judía.
El cementerio judío de Weißensee
En Berlín hay ocho cementerios judíos relativamente bien conservados. El más grande de ellos está en el distrito de Weißensee. De hecho, con sus 115.000 lápidas, se trata del cementerio judío más grande de Europa. Muchos judíos se salvaron de la persecución escondiéndose allí. En 1945, tres días después de la liberación de Berlín, tuvo lugar en este cementerio la primera misa judía de postguerra.
La nueva sinagoga
La “nueva sinagoga” fue inaugurada por primera vez en la Oranienburger Straße en 1866. Ella era percibida como la más grande y ostentosa de Alemania. El edificio ardió durante la Segunda Guerra Mundial. En 1995, tras su restauración, fue inaugurada por segunda vez. Desde entonces, la cúpula dorada adorna la silueta de Berlín.