Música y vino junto al Rin

Los parqueos están repletos. El “Rheingau Musikfestival” atrae desde hace décadas al gran público de Alemania y sus alrededores. Abarca un espectro variado: unos 155 conciertos, en alrededor de 40 escenarios, ofrecen a los visitantes tanto música clásica como jazz, cabaret y recitales de lectura; por supuesto, con los más reconocidos intérpretes.

La fuerza de una idea y un paisaje

El Rheingau, una región cultural alemana por donde el Rin corre entre las ciudades de Bingen y Lorchhausen, era conocida apenas como zona vinícola. Pero Michael Hermann, un empedernido amante de la música, le puso banda sonora a “fábrica de vino” frente al Rin. A imagen y semejanza del "Festival Pablo Casals " de Prades, al sur de Francia, Hermann fundó el Festival de Música del Rheingau, en 1987.

“La idea era hacerlo en un paisaje similar, aquí en el hermoso Rheingau”, cuenta Hermann. “Yo ya amaba el vino, pero quería sublimarlo juntándolo con la música”. El festival comenzó con 19 conciertos. La primera temporada fue un desastre financiero, pero Hermann no abandonó su idea de dar un nuevo impulso a la música en toda la región de los ríos Rin y Meno, así que planeó la segunda edición.

A partir del éxito del segundo intento, el festival de Michael Hermann tomó fuerza. La fiesta de la música del Rheingau creció desenfrenadamente, tanto en número de visitantes como en su oferta cultural, hasta convertirse en uno de los más largos festivales del verano alemán, con casi tres meses de duración. Artistas internacionalmente conocidos y jóvenes talentos hallan espacio en él.

Renombre internacional

Los conciertos tienen lugar en históricos castillos, iglesias, propiedades vinícolas, así como en idílicos patios interiores, a cielo abierto, si el tiempo lo permite. El Rheingau es una región mimada por el sol, pero a veces el clima veraniego les juega malas pasadas. Como aquel día en que el director de orquesta Carlo Maria Giulini casi suspende un concierto, agobiado por el frío, la lluvia, el retraso de la orquesta y la ausencia de un camerino o siquiera un guardarropa.

"¿Usted me quiere matar?, me preguntó indignado. Pero, por suerte, la orquesta llegó en ese instante, el ensayo comenzó, le organicé un bus de camping, con calefacción, una toalla fresca y una buena botella de vino tinto, y todo salió a pedir de boca”, recuerda Hermann.

En los últimos 25 años, el festival no sólo se ha ubicado a la cabeza de los festivales alemanes sino que ha alcanzado también renombre internacional. Su director, Michael Hermann se muestra orgulloso: “Somos un festival organizado con medios privados, no recibimos financiamiento público; sin embargo, hemos logrado competir con los grandes festivales internacionales”. El público y los patrocinadores están en el centro de la atención de los organizadores. Ellos garantizan la existencia de este evento, donde confluyen música, un paisaje histórico, aderezados por el buen vino.

Autor: Klaus Gehrke / RML

Editor: Enrique López Magallón