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Música clásica en el Tercer Reich

10 de noviembre de 2022

¿Por qué la música clásica era tan importante para Hitler y Goebbels? Las historias de la violonchelista judía Anita Lasker-Wallfisch y del director de orquesta Wilhelm Furtwängler, permiten conocer la escena musical de Alemania entre 1933 y 1945.

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Los protagonistas de este documental son dos personajes, que representaron la cultura musical bajo el nazismo de formas muy diferentes: el venerado director de orquesta Wilhelm Furtwängler y la chelista de la orquesta de mujeres de Auschwitz-Birkenau, Anita Lasker-Wallfisch. Por un lado, un director célebre en todo el mundo, que tuvo una actitud ambigua con Hitler y los suyos. Por otro lado, una joven judía alemana que fue deportada a Auschwitz y sobrevivió sólo gracias a su talento musical. Ambos vivieron bajo los designios de la dictadura nazi: Furtwängler decidió quedarse en Alemania y trabajó para el régimen. Lasker-Wallfisch trató de sobrevivir a la barbarie de un campo de exterminio; el violonchelo se convirtió en su seguro de vida. Ambos compartían su amor por la música clásica, que se podía escuchar en la Filarmónica de Berlín, en el Congreso del Partido Nazi en Núremberg o en Auschwitz-Birkenau. ¿Por qué artistas dotados como Furtwängler pactaron con el régimen nazi? ¿Por qué se tocaba música en los campos de exterminio? ¿Y cómo cambió la visión de las víctimas sobre la música?

 

La música alemana pretendía legitimar la supremacía del "Tercer Reich" en el mundo, apartando el foco de atención de los crímenes nazis. A la par que Beethoven, Bach o Bruckner, Richard Wagner se convirtió en compositor favorito de Hitler. Hitler era consciente del poder de la música y el ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, controlaba la escena musical en el Tercer Reich, del que desterró a los artistas judíos. La Filarmónica de Berlín se convirtió así en la "Orquesta del Reich".

 

Entre los entrevistados de este documento musical de Christian Berger figuran los directores de orquesta Daniel Barenboim y Christian Thielemann, los hijos de Wilhelm Furtwängler y, por supuesto, la violonchelista de 97 años Anita Lasker-Wallfisch. Sus emotivos recuerdos constituyen el alma del documental. Las imágenes de archivo, restauradas y coloreadas especialmente para la película, hacen tangible la historia y dan testimonio de una época dramática.