La mística Hildegard
10 de agosto de 2011Publicidad
Desde las cuatro esquinas de un marco, la mirada amable de Hildegard von Bingen parece recorrer la sala de espera. Bajo ella se sienta y pasa con soltura las páginas de una revista Angela Buchholz, una empleada bancaria. A la consulta de la terapeuta Jutta Prinz ha venido esta mañana para que le saquen sangre. “Hace que me sienta bien”, cuenta, “estoy más contenta, relajada y me concentro mejor en el trabajo”.
Entre la ciencia y la creencia
“Ya sé que suena a locura, que según la medicina convencional, la sangre es homogénea”, reconoce la terapeuta Jutta Prinz. Pero mes tras mes asegura haber podido comprobar las variaciones en la tonalidad. A cada persona le extrae entre 50 y 100 mililitros. “Y los pacientes corroboran los efectos que Hildegard observó hace ya 800 años: sufren menos resfriados, se sienten más equilibrados y fuertes”.
Aún así, cabe no aplicar sin más las recetas de Hildegard von Bingen, advierte Mayer: “muchas veces faltan indicaciones acerca de las cantidades y con algunas sustancias herbáceas se equivoca”, como cuando recomienda masticar contra las enfermedades epidérmicas convalirias o lirios salvajes, unas florecillas blancas que en Alemania se conocen con el nombre de “campanillas de mayo” y que son venenosas.
Famosa por sus visiones
Fama le dieron a esta mística principalmente los textos religiosos. 43 años tenía cuando empezó a poner sobre el papel sus ideas e imágenes relacionadas con Dios, sus llamadas “visiones”. De la noche a la mañana se convirtió en una personalidad, el Papa la reconoció como profeta y acabó dando consejos a los grandes de su tiempo. Incluso con el emperador Federico Barbarroja mantuvo una prolífera correspondencia.
La marca Hildegard
De la expansión de sus conocimientos terapéuticos se responsabiliza al médico austriaco Gottfried Hetzka, quien probó sus recetas. Sobre la base de estos estudios se desarrolló la actual “medicina de Hildergad”, con todos sus elementos de marketing: no sólo en las salas de espera sonríen imágenes de la asceta colgadas de la pared, también en las tiendas naturistas, orgánicas y en las etiquetas de productos elaborados con espelta. Incluso en paquetes de té se la puede ver, lo que a la misma Jutta Prinz le parece demasiado: “la ‘medicina Hildegard’ casi no usa las infusiones. Por lo general, las hierbas se cuecen en vino”.
Autora: Sabina Damschke/ Luna Bolívar
Editor: Pablo Kummetz
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