"Los derechos no deben depender de los vaivenes políticos"
7 de marzo de 2024No para. En Ciudad de México, en Ginebra, y donde la tarea la requiera, está ella: Leticia Bonifaz, abogada, experta en derechos humanos e igualdad de género, nacida en México, y una de las dos integrantes latinoamericanas del comité de Naciones Unidas que supervisa la aplicación de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer(CEDAW, por sus siglas en inglés), en los 189 países que la han ratificado.
DW dialogó con ella sobre el estado de los derechos de las mujeres en América Latina, sobre los factores que los amenazan, y sobre el futuro por venir.
DW: ¿Cuáles son los desafíos que enfrenta el continente con vistas a este 8 de marzo?
Leticia Bonifaz: Hay cuestiones que aún siguen pendientes: el tema de la despenalización del aborto, todo el sistema de cuidados -en este momento, es más claro que nunca que el equilibro entre lo público y lo privado es clave para la igualdad-, y terminar con la brecha salarial.
Usted integra el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer: ¿por quiénes y por qué suelen ser discriminadas las mujeres en el continente?
Todavía, en algunos países de América Latina, las niñas no tienen igual acceso que los niños a la educación, y todavía hay ámbitos de estudio que siguen siendo considerados más "masculinos", como las ingenierías, todo lo relacionado con las matemáticas y las abstracciones.
También hay países que todavía tienen retraso en número de mujeres adultas mayores que no han sido alfabetizadas.
En el ámbito de la salud, se ha detectado violencia obstétrica, sobre todo con mujeres indígenas, que no son atendidas de manera rápida ni con pertinencia cultural, es decir, atendiendo a lo que de acuerdo con sus tradiciones consideran idóneo.
En temas de trabajo, hay en la región muchas maquiladoras que siguen discriminando mujeres, en el sentido de que permiten condiciones laborales infrahumanas, sumado a que también en las empresas existe el hostigamiento sexual.
Y tenemos también una gran asignatura pendiente, que es atender a las mujeres migrantes en todo su paso del sur al norte, particularmente del Tapón del Darién hacia Panamá y hacia toda América Central.
¿Cómo calificaría entonces el estado de protección de los derechos de la mujer en América Latina?
Yo creo que algunos países, e incluyo a México, en temas de paridad y representación política, están muy bien. Pero en temas de violencia, refiriéndome a mi propio país, estamos muy mal. Respecto a América Latina, los feminicidios y las desapariciones forzadas son un tema muy delicado en varios países.
Además, tenemos poderes judiciales más débiles que en Europa y altísimos márgenes de impunidad, lo que hace que ciertos actos se repitan sin obtener castigo.
¿Cuáles son los factores que juegan en contra del respeto a los derechos de las mujeres?
En Centroamérica, y también en ciertas zonas de México, pero básicamente en Honduras, El Salvador, Nicaragua e incluso Costa Rica, hay grupos religiosos que van en contra de los derechos sexuales y reproductivos, y que quisieran regresar a los roles tradicionales e inhibir la participación tanto política como laboral de las mujeres.
Otro factor en este sentido lo constituyen, desafortunadamente, estas idas y vueltas en los giros de derecha a izquierda, o de progreso a conservadurismo, si le queremos llamar, por los que ciertos derechos vuelven a estar amenazados.
Hoy Argentina tiene el grave problema de los intentos para revertir el gran logro del aborto.
En el caso de Brasil, estamos al revés, el Brasil de Bolsonaro no es el Brasil de Lula, pero los derechos de las mujeres no deben depender de los vaivenes políticos, tendría que ser algo siempre progresivo: lo ganado, ya está ganado.
Para muchos, aún sigue siendo "hombres contra mujeres", o "mujeres contra hombres" y no se trata de eso en realidad, ¿verdad?
Así es, yo diría que el feminismo tiene dos objetivos: la igualdad y que no haya violencia contra las mujeres. La igualdad es clave, pero no se trata de cambiar el esquema patriarcal de dominación para ahora dominar nosotras. Se trata de construir un mundo igualitario, en donde la toma de decisiones y todos los derechos estén concedidos de manera igualitaria a hombres y mujeres. Se trata de construir un mundo justo en donde esa mitad que ha sido discriminada históricamente tenga voz, tenga libertad, tenga derecho a decidir, tenga posibilidad de decidir en políticas públicas y tenga presencia.
¿Vamos en esa dirección, es optimista?
Yo soy optimista porque también soy una gran apasionada de la historia, y veo los grandes saltos que hemos dado, y como el siglo XXI sí va a ser el siglo de las mujeres, y como vamos logrando cambios de actitudes machistas, sobre todo en las personas más jóvenes, logrando cuestiones que antes solo eran sueño.
(rml)