1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Los archivos de la Stasi siguen despertando interés

14 de enero de 2005
https://p.dw.com/p/67Wx

Los ciudadanos siguen interesados en conocer el contenido de los informes que los servicios secretos de la Alemania comunista elaboraron sobre ellos, quince años después de

que una revuelta popular asaltó los archivos y puso fin a sus actividades.

La oficina que custodia los archivos de la Stasi -la policía política de la extinta República Democrática Alemana (RDA)- sigue recibiendo todos los meses entre 7.000 y 8.000 peticiones de acceso a documentos, según su responsable, Marianne Birthler.

'Fue un engaño pensar que en 5 ó 6 años ya no habría interés', señala Birthler sobre una de las opiniones críticas con la idea de mantener los archivos en lugar de destruirlos, y añade que 'en otros países pasan generaciones hasta que la sociedad se enfrenta a la historia. Nosotros no queríamos esperar una generación más'.

El 15 de enero de 1990, unos 50.000 manifestantes asaltaban el complejo de la Stasi en el barrio berlinés de Lichtenberg, después de que comités ciudadanos ocuparan las oficinas de los servicios secretos en el resto de las principales ciudades de la RDA.

El asalto ha adquirido entretanto carácter de mito histórico, y se contempla como una victoria de la ira popular sobre el que fuera uno de los sistemas represivos más fuertes de la órbita comunista.

No es para menos, pues por primera vez una protesta ciudadana acababa con la existencia de un aparato de espionaje, además de que sus participantes no se conformaron con eso, sino que se preocuparon de asegurar la conservación de unos archivos imprescindibles para confrontar a la sociedad con su pasado histórico.

Son 17 millones de fichas sobre 5,1 millones de ciudadanos y montones de informes recopilados por 91.000 funcionarios que, puestos uno al lado del otro, alcanzan unos 180 kilómetros. Era el aparato de espionaje interior más exhaustivo de todo el bloque comunista, pues disponía de un informante para cada 180 ciudadanos, mientras que, por ejemplo, el KGB soviético tenía a uno por cada 595 y la Securitate rumana a uno por cada 1.533 habitantes.