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Laura Sarabia puede renovar el rol de Colombia en el mundo

3 de febrero de 2025

La nueva ministra de Exteriores de Colombia tiene la posibilidad de devolver a ese país a la senda de una diplomacia centrada y coherente, opina Günther Maihold en su nueva columna.

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Laura Sarabia, nueva ministra de Exteriores de Colombia.
La nueva ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, Laura Sarabia. (Archivo).Imagen: Sebastian Barros/NurPhoto/IMAGO

La diplomacia colombiana no se encuentra en su mejor momento. Más allá del actual conflicto con EE. UU., Colombia ha perdido su rumbo en el ámbito internacional al intervenir en múltiples esferas sin poder tener un impacto real en las relaciones internacionales.

Que el llamado del presidente Gustavo Petro a una reunión de urgencia de la CELAC no tuviera ningún eco en la región es expresión de esta situación de pérdida de peso de un país que aspira a tener un papel importante en la solución de problemas que van más allá de su propia región. Un frente común latinoamericano, como lo imagina el presidente Petro para definir posiciones comunes, no parece una opción factible.

Los retos de la nueva ministra de Exteriores de Colombia

El 29 de enero, Laura Sarabia tomó posesión de su cargo como nueva ministra de Exteriores de Colombia, convirtiéndose en la tercera persona nombrada por el presidente Gustavo Petro para ocupar el cargo de canciller en su administración. Sarabia asume esta responsabilidad en un momento muy crítico para la política exterior de Colombia debido a las turbulencias que este país sufrió en su relación con EE. UU. a causa de la deportación de sus ciudadanos a Bogotá.

Günther Maihold, analista político.
El analista político Günther Maihold.Imagen: DW

Pero los retos van más allá de la situación coyuntural actual: la nueva canciller necesita resolver dos problemas fundamentales. En primer lugar, debe devolver la certeza y la tranquilidad a la cancillería, que desde hace tiempo solo funciona en modo crisis y no logra regresar a la normalidad; en segundo lugar, debe esforzarse por superar el vacío conceptual que sufre la definición del papel que Colombia aspira a desempeñar en las relaciones internacionales.

Aunque, según el Art. 189 (2) de la Constitución de Colombia, es atribución del presidente dirigir las relaciones internacionales del país, le corresponde a la Cancillería desarrollar "una política exterior robusta, a través de una estrategia múltiple, integral y dinámica que posicione al país como actor de incidencia en los principales debates internacionales y le permita participar activamente en los escenarios de toma de decisiones." Por tanto, la nueva funcionaria deberá reconducir las múltiples políticas exteriores que la Cancillería y las embajadas del país en el exterior han ido desplegando sin rumbo claro en los últimos años hacia una agenda externa coherente que pueda ser implementada con un esfuerzo conjunto del gabinete en su totalidad, y del propio aparato de representaciones del país en el exterior.

Complejidades de la política exterior colombiana

La complejidad de la política exterior colombiana comienza en la misma jefatura del Estado con la figura del presidente, quien, con su práctica tuitera, no deja espacio a la cancillería, sino que la pone siempre en desventaja para poder desarrollar una política exterior consistente.

Laura Sarabia, por su cercanía con Petro, su experiencia como jefa de gabinete y su formación como internacionalista, tiene las mejores condiciones para contener estas dinámicas de instantáneas intervenciones presidenciales a través de las redes sociales y evitar así daños para el país. Por tanto, es evidente que la anhelada "política exterior robusta" del país tiene que iniciarse en Colombia, y que la Cancillería debe asumir un mayor papel articulador también frente a los demás ministerios, que han adquirido vida propia al relacionarse con el exterior sin consultar demasiado al propio Ministerio de Relaciones Exteriores. Un efecto de esto ha sido el desdibujamiento de la presencia colombiana a nivel internacional, ya que el país parece aspirar a estar en todo a costo de poder lograr nada.

Hacia una agenda exterior coherente

En concreto, se ha perdido una agenda externa identificable, efectiva y coherente que pueda ser reconocida por los socios de Colombia. Es necesario priorizar las acciones de política exterior en torno al tema de la paz y las políticas antidrogas, que tendrán un nuevo auge con Donald Trump en la presidencia de EE. UU., y las relaciones con los países vecinos, especialmente con la complicada Venezuela.

El año 2024 puso de manifiesto que las grandes conferencias internacionales, como la COP16 sobre biodiversidad, celebrada en Cali, quedaron sin el ansiado acuerdo de financiación, lo que refleja la situación del orden internacional actual. Colombia necesita concentrarse en aquellos temas donde puede tener un real impacto con sus capacidades políticas y diplomáticas disponibles, y no moverse en la suerte de una política exterior con muchos cabos sueltos. Esto también es aplicable a la Cumbre CELAC-UE, que se celebrará en Colombia en el segundo semestre de 2025, en la que se plantearán muchos temas y es probable que se busque mucha proyección, aunque el rédito será limitado sin una concentración de la agenda.

La nueva ministra de Relaciones Exteriores tiene un amplio campo para desarrollar su propio estilo en las relaciones internacionales de Colombia e imprimir su propia nota a la Cancillería de su país, siempre y cuando logre conectar bien con el aparato diplomático profesional y definir los ejes centrales sobre los que desea cimentar una presencia renovada de Colombia en el mundo.

(cp)