Las relaciones entre Reino Unido e Irán se estancan en aguas turbias

¿Se trata de una nueva crisis diplomática o sólo de una desavenencia pasajera? Cinco jóvenes británicos que navegaban de Bahrain a Dubai para participar en una regata fueron detenidos el miércoles pasado por la Marina iraní bajo sospecha de ser espías. Posiblemente se perdieron y penetraron en aguas iraníes, que en el pasado han sido a menudo escenario de espectaculares y raras disputas.

El caso recuerda a la detención de 15 soldados británicos hace ya casi tres años. Los militares fueron retenidos durante dos semanas, también porque supuestamente se encontraban en aguas bajo soberanía iraní. El incidente enfrió las relaciones entre Teherán y Londres. Si Irán no cede esta vez con rapidez, las relaciones, de por sí lastradas por la disputa nuclear, amenazan con perderse en aguas difícilmente navegables y terminar a la deriva.

Sin embargo, la diferencia decisiva con respecto al último incidente es que esta vez se trata de civiles, la mayoría de edades comprendidas entre los 20 y 30 años, y no de miembros del Ejército. Los tripulantes, además, no estaban navegando por la conflictiva frontera marítima de Shatt al Arab, que Irán e Irak se disputan desde hace tiempo, sino más al sur, por el Golfo Pérsico.

El Gobierno en Londres ha admitido a diferencia de en anteriores detenciones que sus ciudadanos entraron seguramente en aguas iraníes. El régimen islámico anunció que daría "serios" pasos legales en caso de que se confirmase que los británicos tenían "malas" intenciones, con lo que se refería sobre todo a que los navegantes pudieran haber llevado a cabo actividades de espionaje. (dpa)