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La visión de Bush

1 de marzo de 2003

El presidente estadounidense expuso un bosquejo del orden democrático que, tras el derrocamiento del actual régimen iraquí, podría instaurarse en la región. A juicio de Washington, un argumento más a favor de la guerra.

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El American Enterprise Institute: un escenario solemne para el discurso del presidente.Imagen: AP

Todo depende del color del cristal con que se mire. Y el cristal que utiliza el presidente estadounidense, George Bush, al enfocar sus ojos en la región del Golfo Pérsico es, a todas luces, muy diferente del que matiza las miradas de los responsables de la política alemana. Mientras estos últimos vienen advirtiendo, desde hace meses, del incendio que podría desatar una guerra contra Irak en toda el área, el jefe de la Casa Blanca avizora un futuro promisorio para la zona, una vez que el régimen de Saddam Hussein haya sido barrido de Bagdad.

El presidente Bush escogió una cena de gala de la organización conservadora "American Enterprise Institute" para bosquejar su visión de un futuro Irak democrático que, a su juicio, habría de servir de modelo libertario para toda el área e incluso facilitaría la materialización de un viejo sueño del pueblo palestino: contar con su propio Estado. De acuerdo con sus reflexiones, una vez eliminada la amenaza terrorista que emana de Bagdad, la región se estabilizaría y, por ende, Israel también podría hacer su parte para dar una solución política definitiva a este conflicto de décadas.

Las dudas de la "vieja Europa"

Las primeras reacciones israelíes han sido positivas. Un alto funcionario del gobierno de ese país respaldó los planes estadounidenses, aprovechando de destacar, de paso, que imponer un orden de paz en el Medio oriente es tarea de Estados Unidos y "no de los europeos". Ciertamente, los "europeos" no han tenido hasta el momento mucho éxito en sus esfuerzos diplomáticos por hallar salida a esta crisis crónica. Pero algunos intentan mantener una visión matizada del problema, tomando en consideración también la realidad imperante en el mundo árabe.

Esa realidad está marcada por tensiones sociales, religiosas y políticas que, ante una guerra contra Irak, podrían hacer eclosión y poner en peligro a diversos gobiernos pro-estadounidenses de la zona, que no se caracterizan precisamente por sus estructuras democráticas. ¿Piensa acaso Bush en países como Arabia Saudita o Kuwait al hablar de la ola democratizadora que podría recorrer el área tras la guerra contra Irak? Y, en el caso de que así fuera, ¿podrían imponerse en las urnas las corrientes moderadas, ante el ímpetu islamista? ¿O será a la inversa, como ocurrió en Argelia a comienzos de los años 90, con el Frente Islámico de Salvación Nacional? Preguntas como éstas son las que inquietan al gobierno de Alemania, al igual que una probable erosión de la alianza internacional para combatir el terrorismo.

El ejemplo alemán

El presidente estadounidense lo ve diferente. "Nos aseguraremos de que un dictador no sea reemplazado por otro. También velaremos porque todos los iraquíes estén representados en el nuevo gobierno y los derechos ciudadanos sean resguardados", afirmó Bush en su discurso. Como para refutar a los escépticos, se remitió a la situación imperante en Europa al término de la II Guerra Mundial. A su juicio, en ese entonces tampoco se confiaba en que en Alemania pudiera afianzarse la democracia. Pero la historia demostró lo contrario.

Bush plantea ahora su modelo para el futuro como un argumento más a favor de emprender la anunciada intervención militar en Irak. Con ello vuelve a ponerse en primer plano el objetivo inicialmente esbozado en Washington, y luego acallado en atención a las críticas internacionales: derrocar a Saddam Hussein. Los países contrarios a la guerra en ciernes, como Alemania, se atienen en cambio a la meta trazada en la ONU, que se limita a lograr el desarme iraquí.