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¿La respuesta a Nemo?

Pablo Kummetz14 de abril de 2004

Una película europea de dibujos animados reta con humor negro a las grandes producciones animadas de Hollywood.

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Dibujos animados a la antigua.Imagen: Concorde

"La mejor película de dibujos animados de los últimos tiempos": así o parecido titula la crítica en Alemania actualmente los comentarios sobre el filme de dibujos animados "Bienvenidos a Belleville" (Les Triplettes de Belleville). La cinta, del dibujante francés de cómics Sylvain Chomet, se ve incluso como la respuesta europea al "Nemo" hollywodense.

"Si hubiera habido juego limpio", escribe el renombrado diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, el Oscar para la mejor película de animación no hubiera ido para "Buscando a Nemo", sino para "Bienvenidos a Belleville". "Pero no se puede esperar del jurado de los Oscar que entiendan las numerosas citas de la historia del cine de una película cuya primera secuencia caricaturiza los "cartoons" hiperdinámicos de los años 30".

Una melancólica obra maestra

"Bienvenidos a Belleville es una melancólica obra maestra de dibujos animados", escribe por su parte la comentarista de AP. El prestigioso semanario "Der Spiegel" comenta por su parte: "un pequeño filme europeo se ha metido de contrabando en filas de las muy alabadas películas de animación norteamericanas "Buscando a Nemo" y "Shrek 2".

Europäisches Trickfilmforum
Un niño solitario.Imagen: Concorde

La historia se cuenta rápidamente. Champion es un niño solitario, adoptado por su abuela Souza, una anciana rezongona y con un pie malformado. Ambos viven en una casa que más que casa se parece a una torre en la campiña de las afueras de París. Corren los años 60. Al niño nada le viene bien. Hasta que la abuela descubre su pasión por el ciclismo y le regala una bicicleta.

Ello determinará desde entonces la vida del pequeño. Madame Souza no cesa desde entonces en su empeño de hacer del niño un campeón del ciclismo. Para ello Champion se entrena día y noche bajo la égida de la abuela y acompañado por Bruno, un perro que conformará el trío dinámico de la historia. El tiempo pasa, las afueras de París se transforman en un conglomerado suburbano, anónimo y arrollado por una arquitectura deshumanizada. Hasta la torre debe inclinarse como la de Pisa para dejar paso a un viaducto del tren de cercanías.

Dos oscuras figuras del hampa

Cuando Champion participa finalmente en el Tour de Francia, es secuestrado por dos oscuras figuras del hampa, que se le lo llevan en un enorme buque a Belleville, una indisimulada alusión a Nueva York. El cerebro del secuestro es un comerciante de vinos francés, que paralelamente organiza apuestas ilegales en la megalópoli. Junto con otros dos corredores, también secuestrados, Champion debe competir en una carrera virtual que supone las mayores exigencias físicas.

Pero Souza y Bruno han seguido en un bote a pedal al barco a través del gran mar. En Belleville se unen con las "Triplettes de Belleville", cantantes famosas en los años treinta y ahora bastante desgarbadas, expertas en pescar ranas con explosivos, que les ayudan a iniciar una febril búsqueda de Champion.

Una grandiosa técnica de dibujos animados

El filme se propone sin duda muchas cosas y varias las logra. Lo que más llama la atención es una grandiosa técnica clásica de dibujos animados, con increíbles perspectivas y efectos que dejan en la sombra a la comparativamente sosa animación via computadora. Las citas de la historia del cine están logradas y son un deleite. La disputa cultural entre Francia y los Estados Unidos alcanza momentos hilarantes en los trazos de Sylvain Chomet. Chomet no se detiene tampoco en caricaturizar el nuevo mundo, empezando por una gorda Estatua de la Libertad con un hámburguer en lugar de antorcha, sino que también pone en la picota a los franceses, rechonchos, de nariz colorada y locos por ver pasar el Tour debajo de una sombrilla, tomando vino y comiendo pollo.

No obstante, la morbidez del humor, que a menudo raya en el mal gusto, no es para todos los estómagos. Sin duda que se trata de un intento válido de dejar de lado el cine fácil y lagrimoso de los grandes estudios. Pero el humor excesivamente negro y grosero sobrepasa a menudo gratuitamente los límites de una estética de lo aceptable.