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La ONU vuelve a escena

20 de mayo de 2003

Estados Unidos está resuelto a lograr que el Consejo de Seguridad levante cuanto antes las sanciones contra Irak. Para ello ha retocado su proyecto de resolución y va por buen camino de vencer las resistencias.

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El embajador Negroponte asegura que Estados Unidos ha hecho todas las concesiones posibles.Imagen: AP

Esta vez Estados Unidos acude al Consejo de Seguridad de la ONU con mejores cartas en la manga. El reformulado proyecto de resolución estadounidense, co-patrocinado por Gran Bretaña y España, apunta básicamente a levantar las sanciones aplicadas hace más de una década contra Irak, para dejar mano libre a los vencedores de la guerra contra Bagdad. Hay mucho trabajo de reconstrucción por hacer, y también uno que otro negocio en perspectiva.

Las concesiones

La nueva versión del documento -que el embajador de Washington ante la ONU calificó de definitiva- toma en cuenta algunos de los reparos y preocupaciones de los países que se opusieron a la intervención militar. Por ejemplo, accede a dar un papel más relevante a las Naciones Unidas en la etapa de postguerra. De acuerdo con la propuesta, el secretario general de la organización, Kofi Annan, ha de nombrar un enviado especial, que gozará de independencia. Su labor no se limitará a coordinar la ayuda humanitaria y la reconstrucción, sino que también podrá "cooperar" en el proceso de establecimiento de un gobierno democrático en Bagdad.

Otras de las "concesiones" hechas por Washington se refieren a la prolongación del programa de "petróleo por alimentos" por 6 meses y no 4, como se había propuesto inicialmente. Con ello, por lo visto, se intenta apaciguar a Rusia, que ya tenía contratos sellados en ese marco. En cuanto a la demanda -planteada no sólo por Moscú- de permitir el regreso de los inspectores de armas a Irak, Estados Unidos y sus aliados al menos no descartan tajantemente la posibilidad, indicando que el Consejo de Seguridad podrá discutir nuevamente el asunto.

Gusto a poco

En lo sustancial, no es demasiado lo que la Casa Blanca se ha movido de su posición inicial. Mantener abierta la opción del retorno de inspectores, en un plazo indefinido, no suena muy convincente, sobre todo cuando el principal argumento esgrimido para emprender la guerra fue justamente la supuesta existencia de armas de exterminio masivo en territorio iraquí. Tampoco el papel que se asignaría a la ONU es todo lo sustantivo que se podría desear, considerando que Estados Unidos y Gran Bretaña se reservan de facto la facultad de controlar el vital factor que supone el petróleo iraquí, en calidad de potencias de ocupación.

Sentido práctico

Sin embargo, aunque probablemente los contrarios a la guerra no hayan quedado del todo satisfechos, esta vez se perfila escasa resistencia. Ni Francia, ni Rusia, ni China han amenazado con utilizar su derecho a veto y, en general, se impone la necesidad de abordar con pragmatismo esta nueva etapa. Así lo indicó, por ejemplo, el canciller alemán, Gerhard Schröder, según el cual las sanciones contra Irak "ya no tienen sentido" en este momento. Alemania se propone, en consecuencia, seguir una línea "constructiva" en el debate de la ONU, no en último término pensando en la necesidad de reparar las grietas que el episodio abrió en sus relaciones con Estados Unidos.

También las críticas de París y Moscú se mantienen a bajo tono. El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Igor Ivanov, mostró preocupación por la tendencia a basar las relaciones internacionales en la lógica del predominio militar y las acciones unilaterales. Pero agregó que esto no debe conducir a una confrontación. En suma, parece haber llegado el momento de barrer los platos rotos en este capítulo de la política mundial y, cual más, cual menos, los actores se muestran dispuestos a entenderse.