La máquina del tiempo
10 de noviembre de 2004La primera edición de "Gran Hermano" aún escandalizó a la opinión pública alemana. Pero en los últimos 4 años pasó mucho agua bajo los puentes y la "Reality-TV" forma ahora parte del paisaje mediático alemán. A "Big Brother", actualmente en su 5ª. edición y aún sorprendentemente exitoso, se le han sumado un sinfín de programas seudo-documentales en los cuales gente común y corriente se exhibe ante las cámaras.
Los más inocuos son los programas del estilo "Hágalo usted mismo": un equipo de carpinteros, decoradores y pintores ayuda a una familia promedio a transformar su comedor o dormitorio en una joyita, digna de cualquier revista de decoraciones. Los más extremos son aquellos en los cuales un equipo de cirujanos plásticos, nutricionistas y estilistas transforman a una persona promedio en un prototipo digno de cualquier revista de modas. Eso sí, aún está por verse si un nuevo par de pechos o una nariz respingada realmente son la llave de la felicidad.
Exhibicionismo didáctico
La televisión pública alemana mira con cierto desprecio a los canales privados, por haber centrado su programación en los formatos de "Reality-TV". Sin embargo, el éxito arrollador de estos programas, logrado con muy bajos costos de producción, ha hecho que los canales públicos busquen también beneficiarse de esta nueva forma de hacer televisión, sin alejarse demasiado de su misión didáctica y manteniendo cierto nivel de seriedad.
Fue así que surgió hace dos años el proyecto "Selva negra", en el cual una familia berlinesa se internó por varios meses en una granja en pleno bosque, teniendo que adaptarse a las condiciones de vida de principios del siglo 20. Las aventuras y desventuras de la familia al arar el campo, alimentar a los animales y prescindir de todos los lujos de la vida moderna, impactaron a millones de televidentes.
La aventura de viajar por el tiempo
Luego del éxito de la "Selva negra", la cadena de televisión pública, ARD, lanzó ayer el primer capítulo del programa sucesor: "Aventura 1900". Entre 2500 interesados se seleccionó a 20 personas dispuestas a pasar 8 semanas en una finca del norte de Alemania, adaptada a las condiciones de vida reinantes hace más de cien años. Los aventureros tuvieron que privarse del agua corriente y la luz eléctrica, entre otros privilegios. En el primer piso de la majestuosa hacienda fue ocupada por la familia Weber, compuesta por una pareja de cirujanos y sus seis hijos varones. En la planta baja se encontraban el salón, la biblioteca y el comedor. El sótano albergaba la cocina y las habitaciones de la servidumbre.
Se puede vivir sin tele
Los once sirvientes fueron sin duda quienes se sometieron al mayor desafío. Tener que atender prácticamente 24 horas al día a los señores de la casa y a sus visitas, significó un esfuerzo mayor pero también un gran aprendizaje. Sonja Kühn, por ejemplo, una alumna liceal de 17 años, asumió el rol de de mucama, con todos los sacrificios que esto implicaba. A Sonja se le permitía cambiarse la ropa interior y tomar un baño únicamente una vez por semana. Además le tocaba dormir en una habitación sin calefacción en el sótano y tenía que aceptar las claras jerarquías de la época, que la ubicaban en el último escalafón y le prohibían expresar su opinión. Sin embargo, la joven salió satisfecha del experimento y descubrió que muchos de los pasatiempos de la vida moderna ahora le resultan totalmente prescindibles. Entre ellos, la televisión.